martes, 24 de noviembre de 2015

La Victoria de Macri: Una derrota de la izquierda







La victoria de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales argentinas podría estar iniciando un nuevo ciclo político en América Latina, generado a partir del agotamiento de un período de gobiernos progresistas de orientación a la izquierda que a pesar de haber logrado significativos avances en el bienestar de la población de sus países, hoy se enfrentan casi irremediablemente a su desalojo del poder político. Estos avances en materia social fueron financiados durante una década con la mejora de los términos de intercambio en el contexto del llamado súper ciclo de precios altos de los commodities, y por el cambio cualitativo en la configuración del poder geopolítico global. Más avanzó China en su rol de superpotencia, más se beneficiaron los países del tercer mundo, a través de inversiones, préstamos y exportaciones hacia el gigante asiático. Esas condiciones han cambiado y con ello, las preferencias políticas de los ciudadanos

El ascenso de Macri al poder revela una vez más que, dada la incapacidad que por diseño parece mostrar el capitalismo globalizado y corporativizado de hoy en día para satisfacer las necesidades –incluso las más básicas- de millones de personas alrededor del mundo (también en países desarrollados donde se observa una creciente depauperación de la clase media y la clase trabajadora) las preferencias políticas de las sociedades se comportan como un péndulo cuyo movimiento va de izquierda a derecha y viceversa cada cierto tiempo, además de recorrer los diferentes grados con que las políticas públicas son ejercidas, de acuerdo a la caracterización ideológica que se le otorgue.

En Latinoamérica, el triunfo electoral de Hugo Chávez en 1.998 y su estilo político anti establishment, desató un viraje hacia la izquierda en una región del planeta donde las políticas neoliberales –Reaganomics y Tatchernomics- arrojaron un balance negativo en materia de bienestar. El Caracazo de 1.989, el efecto Tequila en México y la destrucción de la economía Argentina en la era Menem, abonaron un terreno fértil para el resurgimiento de una izquierda desprestigiada y derrotada. Recordemos que en una misma época nuestros países estuvieron dirigidos por personajes como Carlos Salinas de Gortari, Fernando Collor de Mello, Carlos Menem y Carlos Andrés Pérez entre otros. La búsqueda de opciones era urgente.

Lula en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y hasta Torrijos en Panamá, Bachelet en Chile, Humala en Perú, Tabaré Vásquez y Pepe Mujica en Uruguay han sido entre otros, producto del efecto contagio que el triunfo de Chávez produjo en la región. Considérese también que incluso en países donde la izquierda no ha dominado el poder ejecutivo se ha producido un importante avance de los sectores progresistas en espacios de poder político local, como fue el caso de Gustavo Petro en la Alcaldía de Bogotá o la cantidad de votos que logra capitalizar Andrés López Obrador en cada elección en México.

Ciclo político del péndulo

La oscilación de derecha a izquierda en las preferencias políticas de la sociedad tiene un comportamiento más o menos similar en cada país que se revise: Ante la implantación de políticas promercado, desregulatorias (las llamaremos neoliberales por simplificación) le sucede un acelerado empobrecimiento de la población y en particular la clase media. En la búsqueda de la eficiencia económica, se producen recurrentes crisis de desempleo, caídas del salario real y el deterioro de la capacidad del estado para influir positivamente en la economía. Ante este panorama, es natural que el discurso reivindicador y redistributivo de la izquierda coseche triunfos políticos que le permitan acceder nominalmente al poder (digo nominalmente para referirme a la superestructura institucional por cuanto las relaciones de producción permanecen igual). Rápidamente, las políticas de corte social restauran parte del bienestar perdido. Subsidios, aumentos del salario mínimo, congelación de tarifas y precios entre otras medidas típicas producen una sensación de mejora en la población. En los casos de Bolivia, Argentina y Venezuela en la última década se produce además un resurgimiento del estado como propietario de medios de producción y como proveedor de bienes a la sociedad.

Por qué el péndulo regresa a la derecha?

Ser de izquierda es relativamente sencillo cuando no se maneja el poder político, o la responsabilidad administrativa de la dirección de una estructura de gobierno por pequeña que esta sea. ¿Quién no quiere un mundo más igualitario, erradicar el hambre, la contaminación y las guerras?

Los movimientos de izquierda que controlaron el poder político en Latinoamérica recientemente se han agotado rápidamente al no saber satisfacer las naturalmente crecientes expectativas de la sociedad una vez superada la depauperación inicial. Es perfectamente normal que una vez recuperada la capacidad de compra, o un nivel mínimo de subsistencia, los ciudadanos aspiren a la satisfacción de nuevas necesidades. Es aquí donde la izquierda fracasa estruendosamente, en la comprensión de las necesidades humanas, en el sentido de la famosa Pirámide de Maslow.

Pirámide de necesidades humanas de Abraham Maslow


 





La izquierda parece quedarse atascada cuando las necesidades de un país superan en complejidad a una ingesta mínima de calorías. Algunos fardos ideológicos y creencias inamovibles como el principio de reivindicación (dar sin exigir como compensación de penurias anteriores) la lucha permanente en contra de un enemigo (real o inventado, externo o interno) que le excusa de todo error, la creencia de que se puede mejorar la situación de los más pobres desmejorando a los no tan pobres, la ampliación de la esfera de influencia del estado en el funcionamiento de la sociedad invadiendo casi siempre el espacio natural de la racionalidad individual o colectiva, la sustitución de los incentivos por el garrote y lo más importante, la pretensión de desconocer las leyes que caracterizan el comportamiento del mercado. Redistribuir riqueza a partir de una situación inicial, con legitimidad política y legalidad es relativamente fácil pero insostenible en el tiempo. Crear riqueza, bienestar, y prosperidad de manera sostenible en el tiempo (incluso en los conceptos de bienestar alejados del consumismo asociado con el capitalismo moderno) es una tarea mucho más compleja y requiere de un instrumental científico, técnico, político y gerencial del que la izquierda ha carecido y que, muchas veces es atacado al considerarle producto del capitalismo y no de la evolución de las capacidades productivas de la sociedad.

Macri, una nueva (y muy corta) ilusión

Las perspectivas para el pueblo argentino no son alentadoras. Macri parece representar la ortodoxia proliberal más similar a los años 90 del siglo pasado que a lo que se requiere en la segunda década del siglo XXI. La adopción del fracasado credo liberal y la sempiterna promesa del efecto derrame, el realineamiento de la política exterior para restar potencial a los tibios mecanismos de integración regional y por supuesto, el reposicionamiento de sectores empresariales en la conducción del estado son con casi total certeza, contrarios al mejor interés del pueblo argentino, incluyendo por supuesto a su sector productivo, trabajadores y clase media. Sobre las prácticas empresariales antiéticas y antideportivas de Macri en su trayectoria como empresario también hay abundante material.

Macri llega al poder en buena medida gracias al posicionamiento en el imaginario colectivo, del empresario exitoso como icono de lo que la gente quiere (y podría, de acuerdo a la idea generalizada) llegar a ser. Ricardo Martinelli en Panamá, Gustavo Noboa en Ecuador (candidato derrotado), Sebastián Piñera en Chile, Vicente Fox y más recientemente Enrique Peña Nieto en México son la encarnación de ese fenómeno sociológico que atribuye a empresarios y gente adinerada en general, una serie de virtudes que perfectamente le permitirían conducir exitosamente los destinos de una nación (recuérdese el éxtasis que embriaga a quienes ven en Lorenzo Mendoza un potencial presidente de Venezuela). Los resultados, en todos los casos mencionados, demuestran que estas experiencias no han sido en absoluto, exitosas. Pero la idea sigue allí.


Macri llega al poder ayudado por el tremendo desprestigio que la experiencia izquierdista más importante en los últimos años, el chavismo, acumula en Venezuela. La destrucción de la economía nacional en el contexto de elevados ingresos petroleros y la utilización de tales recursos en provecho de los intereses políticos y crematísticos de una minoría son utilizados como ejemplo mundial del fracaso de las formulas políticas alejadas del mainstream pro mercado. A pesar de los múltiples desaciertos, la corrupción y el estancamiento (en términos de progreso y bienestar) de la gestión Kirchner, el nuevo presidente y el ejército mediático que lo acompañó, reciben un apoyo más bien pequeño en término de diferencia de votos obtenidos. El mensaje implícito es claro, no es una victoria de su visión de sociedad, es una derrota de una izquierda incapaz de evolucionar.

@jhernandezucv

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