miércoles, 14 de mayo de 2014

REMUNERACIÓN VARIABLE PARA TRABAJADORES DE LAS EMPRESAS DEL ESTADO EN VENEZUELA



“Tanto mercado como sea posible, tanto estado como sea necesario”. Esa trillada frase, cuyo origen desconozco y que el profesor Emeterio Gomez detestaba tanto, resume bastante bien lo que parece ser la nueva orientación económica del gobierno de Nicolás Maduro, que comienza a diferenciarse tímidamente de la de su predecesor y mentor político Hugo Chavez. El odio a esa frase, a su ambigüedad ideológica, unifica de forma casi milagrosa a izquierdistas radicales (los que son y los que lo aparentan desde su escritorio, con su salario garantizado) y a la derecha liberal y su aparato académico-ideológico legitimador de todo cuanto preserva la hegemonía del capital privado.
La acción del estado es un equilibrio para el sistema económico. No sólo a través de los mecanismos jurídicos, de fiscalización y de ejercicio de autoridad legítima. Tampoco para resolver únicamente los “fallos del mercado” sino como actor económico de primer orden, generando bienes y servicios para la sociedad, superando las limitaciones de la lógica privada de acumulación y rentabilidad. En el caso de Venezuela, una economía de vocación importadora y consumista, la producción estatal puede actuar, junto con un conjunto de medidas adicionales, como un elemento catalizador de una dinámica interna favorable al desarrollo de una economía menos dependiente de la renta petrolera.
No hablo del proceso de “industrialización” presenciado en los últimos años, en el que el país se ha poblado de decenas de proyectos costosos, poco competitivos e incluso inviables en ausencia de masivas importaciones con dólares baratos subsidiados por la industria petrolera. Proyectos “LEGO” que sólo ensamblan componentes importados, suministrados por nuestros “socios” son hoy un desaguadero de recursos para la sociedad, no sólo drenando nuestras ya menguadas reservas internacionales sino por el peso que estas representan en el presupuesto fiscal a través de abultadas nóminas improductivas. Hablo de un proceso real de creación de valor agregado nacional, apuntalado por ventajas competitivas reales, creadas a lo largo de los años. Ningún proyecto vendido por empresas privadas de países amigos, puede implantar condiciones de competitividad con proyectos llave en mano.
De los resultados obtenidos en esta materia en los últimos años, es mejor ni entrar en detalle. Una breve revisión de cualquier memoria y cuenta ó informe de gestión (cuando los publican) de casi cualquier empresa del estado (del sector industrial, el caso de la banca es diferente) independientemente si es nueva, nacionalizada, expropiada, grande ó pequeña, arroja un rosario de razones por las cuales no se logran los objetivos (casi siempre son razones externas por cierto). Entre tanto, trabajadores de todo nivel incluyendo a sus gerentes, cobran su 15 y último –mucho ó poco- independientemente de los resultados de la empresa.
Un sistema de remuneración variable, vinculado al logro de los objetivos de la empresa.
La idea de “amarrarse al mástil” tomada de “La Odisea” representa en forma simple y gráfica el objetivo de este sistema: el mástil es el eje central del barco, sin él, el barco se hunde, quien se amarre a él como Ulises corre la misma suerte del barco. Del mismo modo, las metas de producción y de resultados financieros son el mástil de una empresa y estamos amarrados a ellos. Si no se cumplen, nos hundimos con el barco. Los trabajadores no deben aspirar, ni el estado debe consentir el otorgamiento de beneficios laborales que comprometen la viabilidad financiera y la competitividad en costos  de la empresa.
El mecanismo: Evaluación del desempeño.
Se requiere una metodología discutida, aceptada y entendida por los trabajadores para adoptar mecanismos de recompensa a la productividad, el desempeño general, el logro de metas individuales y colectivas, la excelencia operativa entre otros criterios. Para eso es necesario el establecimiento de indicadores de gestión objetivos, claros, medibles y adaptados a las particularidades de cada empresa y a lo interno, a las necesidades de cada área funcional. La evaluación de desempeño, basada en indicadores críticos para la empresa, ponderados de acuerdo al impacto que tienen sobre el resultado final es un mecanismo idóneo –quizá hay muchos más- para levantar la productividad de las empresas estatales y para evitar una espiral creciente de demanda de reivindicaciones sin sustento económico. Se parte de un salario básico determinado por escalas, atendiendo consideraciones como formación, experiencia, responsabilidad del cargo, condiciones de trabajo, complejidad de las funciones etc y se establece el componente variable como un complemento que puede alcanzar hasta 50% del salario base, elevando el ingreso pero también la productividad.
En Cuba, la quinta paila del infierno para muchos y el edén para algunos revolucionarios de librito, se están produciendo cambios interesantes en materia de gestión estatal para “actualizar” un modelo de resultados sub óptimos –en términos económicos- que paradójicamente en Venezuela estamos empeñados en imponer. Los ingresos petroleros que sirvieron por un tiempo a ese propósito, hoy son insuficientes por lo que deben introducirse los correctivos lo más pronto posible. En este sentido, respecto a Cuba se lee lo siguiente:
 “En materia de salarios se han introducido variantes nuevas en Cuba, a partir del esfuerzo para desarrollar la economía y buscar mayor competitividad en la empresa cubana. Ahora, junto al concepto de salario fijo se desarrolla el pago por resultados, en una fórmula que busca desatar las reservas de eficiencia presentes en la fuerza laboral. Ya hay resultados en ese sentido y se observan áreas donde la economía se recupera. También se han puesto en práctica vías para el incremento del salario como la estructuración de sistemas de estimulación por el cual, a partir del cumplimiento de indicadores determinados, el trabajador puede acceder a incrementos en moneda nacional ó en divisas que como resultado provocan un aumento en sus ingresos…
….se desarrollaron en un momento particular, mecanismos de entrega de bienes  a los trabajadores, que han sido reformulados, en tanto que su sostenimiento puede frenar el desarrollo de la productividad, pues pueden llegar a no responder a las necesidades de sus beneficiarios”[1]
Para entenderlo mejor: Raúl Castro ha entendido que en el actual contexto global,  los incentivos económicos a los trabajadores son fundamentales para el desarrollo de la productividad potencial de la Isla, mientras que en Venezuela, la burocracia enquistada en el estado se propone actuar como el administrador del bienestar material de los trabajadores, remplazando el salario,  las aspiraciones de superación personal y a la adquisición de bienes por esfuerzo propio, por un sistema de “asignación” como Mercales y PDVALES, Mi Casa Bien Equipada, Misión Vivienda, Venezuela Productiva entre otros sistemas, cuya disponibilidad debería ser una alternativa y no el destino inexorable de quien aspire a comprar casa, carro, electrodomésticos etc, es decir, mejorar su situación material con el resultado de su esfuerzo. En términos prácticos, anótate en esta lista y haz la cola… Otra estrategia es aplacar esas aspiraciones a través del sermón moralizador, que pretende satanizar todo deseo material terrenal, señalando este como una debilidad del carácter revolucionario que el trabajador debe tener. Fariseismo puro.
Los obstáculos a la idea
Como todo sistema, este tiene dificultades en su implantación, problemas que se exacerban en el caso del estado rentista donde el petróleo usualmente sufraga todo y ante cualquier imprevisto, un crédito adicional y un poco de paciencia es suficiente para resolverlo. Por otra parte, la frase de Einstein “resulta más fácil reventar un núcleo atómico que un prejuicio” alcanza niveles absurdos en el caso de la administración estatal, que no se caracteriza precisamente por sus innovaciones en materia de gestión. Algunas de las resistencias previsiblemente más fuertes en la implantación de este sistema serían:
La “Tecnoestructura”: Tomo el término de Galbraight para referirme a  los niveles gerenciales y supervisorios de las empresas estatales, que en la práctica fungen como comisarios políticos. Su designación no responde a trayectoria dentro de la empresa ó preparación profesional sino al hecho de pertenecer al “grupo de confianza” de quien, bajo similares circunstancias funge como ministro del área. Así vemos como Ricardo Menéndez, un geógrafo posiblemente talentoso en su área manejó la responsabilidad de la diversificación industrial de la economía venezolana –una pelusa- con resultados que no pueden calificarse sino como desastrosos y lamentables. Volviendo con los niveles gerenciales de las empresas, esta “confianza” que reciben de parte de sus “padrinos políticos” es retribuida generalmente no con la obtención de resultados destacados en su ámbito de acción, sino con una obediencia ciega que raya en la sumisión ¿ó es que alguien ha visto a algún director contradiciendo al ministro? el cumplimiento de objetivos políticos –cantidad de personas “aportadas” a las marchas, contribuciones logísticas (uso de recursos de la empresa con fines proselitistas)- y una incesante campaña para convencer al mundo del éxito de la gestión, no en los términos concretos que su labor implica –producción- sino en los términos abstractos que el discurso político maneja a través de los medios de propaganda. Es así como vemos que la casta gerencial “toyotera” –llamada así por su inocultable debilidad por vehículos de doble tracción preferiblemente de la marca japonesa- viven y mueren tratando de convencer al mundo de sus profundas convicciones revolucionarias y socialistas, hablándole a todos, especialmente al personal a su cargo,  desde una pretendida superioridad moral de desapego por los bienes materiales, empapelando las instalaciones de cuanto icono de marketing revolucionario ha existido y, por supuesto uniformando de rojo todo cuanto se pueda. Estos personajes –sin duda alguna parte del “legado”- se empeñan en la prédica de un nuevo evangelio, repitiendo la letanía de las virtudes sacrosantas del comandante eterno, procurando convencer y convencerse, de la infalibilidad del comandante supremo, presentándolo no como el gran líder político que fue, sino como un ser bondadoso que dio la vida por nosotros, tal como lo aconseja la inútil y extemporánea campaña para transformar al presidente Chavez en “líder espiritual” de la nación ó en un Ayatolá del nuevo pensamiento político Latinoamericano.
Pero asumamos por un momento la existencia de una reserva de talento gerencial honesta y calificada. Asumamos su honestidad, pensemos que no llenan las nóminas con sus familiares o en caso que lo hagan, asumamos que estos al menos cumplen las funciones del cargo por el que cobran y no son simples mandaderos y cargamaletas. Incluso para personas de estas características, la implantación de un sistema de compensación variable entraña una serie de desafíos en el diseño del instrumento, su aplicación, y la comunicación de sus beneficios a los diferentes niveles de la organización. En este punto conviene decir que para el estado es un reto encontrar y retener talento gerencial competente debido a las bajas remuneraciones. Debido a ello, las competencias claves son reemplazadas por la lealtad, la lectura de literatura partidista y panfletaria, y el consistente disfrute en los momentos libres, de los programas claves de la parrilla de VTV ó de las cadenas.
Los trabajadores: Debido a la demagogia electorera que se ha impuesto en los últimos años, se quiere hacer ver a los trabajadores, como las víctimas de explotación de malvados patronos. En la medida que el estado se hace con más y más medios de producción, este discurso, efectivo para el ataque a terceros, se revierte y dificulta el logro de los objetivos propuestos. Ausentismo, reposerismo y conflictividad permanente en las empresas afectan la posibilidad de cumplir con las metas de producción. El manejo de un concepto pervertido de justicia social condujo a la nacionalización de varias empresas privadas (recuerdo el caso de VIVEX y Jhonsons Control en el sector automotriz) debido a la conflictividad laboral que se resolvería cuando estas empresas pasaran a manos del estado. Otro caso emblemático del lamentable papel del “movimiento obrero” lo representa el caso de INVEPAL donde los trabajadores prefirieron volver a ser asalariados –esta vez del estado- en lugar de dueños y accionistas. No quisieron amarrarse al mástil, ahora, lo que pase con la empresa es problema del gobierno, los trabajadores siguen cobrando.
Un esquema de remuneración variable representa la posibilidad de incrementar en buena medida el ingreso de los trabajadores, pero eleva considerablemente la exigencia sobre el trabajo realizado, por lo que es perfectamente normal que se generen resistencias a la implantación del modelo.
La remuneración que un trabajador recibe debe salir del producto de su trabajo, no de la renta petrolera, aun cuando esta permita garantizar la base mínima. Avanzar hacia una cultura del trabajo y la productividad, desterrar la alergia que causa en muchos palabras como competitividad, rentabilidad, desempeño son retos pendientes para gerenciar las empresas del estado. Remunerar a cada quien según su trabajo ¿hay algo más socialista que eso?


@jhernandezucv





[1] El Derecho Laboral en Cuba. Fundamentos, actualidad, perspectivas. Abg. Guillermo Molina. Disponible en http://www.azc.uam.mx/publicaciones/alegatos. Universidad Autónoma Metropolitana, México.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar! Si es de su interés, mi cuenta en tuiter es @jhernandezucv