Él estudia en una universidad
privada porque no tuvo promedio para ir a una pública tradicional. Su papá es
Chavista, su mamá, opositora. El papá maneja un taxi, la mamá vende refrescos,
maltas y cigarros en su casa. Viven en Petare. Es el mayor de tres hermanos.
No quiso estudiar en la UNEFA ó
la Bolivariana. Para que no quede ocioso en el barrio, los viejos decidieron
pagarle el semestre en una universidad privada. Además consiguió empleo en una
empresa privada. Estudia en las noches.
Sus compañeros de la universidad,
su círculo social más cercano son de otro estilo: hijos de profesionales que
trabajan para el estado, ó en la empresa privada. Viven en los ruices, santa Mónica
y San Bernardino, y andan en el carro de los viejos. El pana tiene que agarrar
el metro, y después una camioneta. Podría tomar el metrocable pero prefiere la
camioneta que lo deja más cerca de las escaleras para ir a su casa. Como las
camionetas trabajan hasta las 9, tiene que pagar un “colectivo” (carros
particulares que cobran por puesto). Desde que empezó la universidad su viejo
lo busca en la redoma de petare y a veces en La California para llevarlo hasta
la casa, para protegerlo del hampa del barrio, a quienes no les gusta ver a un
sifrinito subir por esas escaleras.
El muchacho se la pasa rumbeando
en Altamira, CCCT, Las mercedes. No falla un fin de semana en el sambil. Viajó
a Panamá y Perú a raspar el cupo. Cada vez que puede, se va para Cuyagua con
los panas que tienen carro. Esa es su vida social.
Este pana, a quien llamaremos Jhonaiker,
se percibe como genuinamente opositor. Después de ver cómo se vive en las zonas
que visitó en Perú y Panamá no entiende por qué él debe vivir como vive. En el
fondo, se avergüenza de sus padres. Hubiese querido ser como Rubén Darío, su
pana, que viajaba a Disney cada año, estudió en un colegio privado, usaba brackets
y tenía por novia a la chama más explotada del salón. Los viejos de Rubén Darío
le tienen aprecio (y cierta lástima) a Jhonaiker y se lo han llevado varias
veces al apartamento que tienen en Rio Chico y al resort de Higuerote. Sus
panas no lo visitan en su casa, y de hecho él no los invita. Le da mucha vergüenza
los pipotes de agua en el baño y la cocina. La litera que comparte con su
hermano menor.
Jhonaiker no lo dice, pero está
orgulloso de sí mismo. “A pesar de venir de un barrio” no se parece al Jhon ni
al Wuiliam que estudiaron junto con él en el Fe y Alegría y que ahora son los
mandamases del barrio. En el fondo culpa a sus padres por no haber sido como
el, emprendedor. Por haberse conformado con el barrio, con la bodeguita
marginal, con el daewoo cielo que el papá no cambia porque “la mecánica es fácil”.
Él definitivamente no merece vivir así, llegando temprano a su casa porque
ningún taxi quiere llevarlo y después de que el metro cierra, es casi imposible
irse. Sólo los moto taxis.
En los últimos días Jhonaiker se
ha aislado más de sus viejos. Le avergüenza que su papá sea Chavista, que su
mamá venda cigarros. Jhonaiker quisiera ayudar a sus hermanitos, inscribirlos
en un colegio privado, mudarse de allí, comprarles ropa buena, video juegos
etc.
Jhonaiker sueña con mejorar su
situación, quiere vivir como Ruben Darío por lo menos. Ahora sale del trabajo
en las tardes y se va a Altamira a Guarimbear, porque en su barrio, obviamente
no puede hacerlo. Pone barricadas, lanza piedras, quema cauchos, grita “Libertad,
Libertad”. No lo entrevista la televisión, ni siquiera a Rubén Darío. La
vocería del movimiento la asume la misma gente de siempre, en este caso, un estudiante
de la católica. La universidad de Jhoaniker, ha suspendido las clases pero no
el cobro de matrícula. Tiene que pagarla la próxima semana. Su papá está
reuniendo la plata pero el carro ha estado jodiendo y no consigue el repuesto.
La vaina está difícil. Durante el día, Jhonaiker trabaja en una oficina
contable. Sueldo mínimo más cestatickets. De noche, Guarimbea hasta las 10. Sus
amigos se quedan hasta más tarde. Tienen el carro más allá, en algún centro
comercial. No le dan la cola porque no van en ese sentido. Otro grupo si
aprovecha la cola.
Jhonaiker tiene que agarrar el
metro, pero la guarimba donde él estaba dañó la estación más cercana. Ahora
tiene que caminar 2 kilómetros, solitarios, mientras sus amigos se paran a comerse
unos perros en las mercedes. Le pasaron la foto por whatsapp. Llama a su viejo ¿Papá
por dónde andas? Venme a buscar, no hay camionetas. La razón es que en otra
guarimba atacaron los autobuses y no los dejan pasar. En el barrio no pasa
nada, pero tiene que pasar por zonas de clase media y media baja donde la cosa
está que arde (la basura que el alcalde les dejó en realidad)
Su papá preocupado ¿Dónde te
busco?, en la universidad?
No, nos vemos en el Unicentro.
El papá deja al pasajero que
traía y se sube Jhonaiker. Lleva 14 horas manejando, aun asi busca conversar
con su hijo, con su orgullo. Jhonaiker apenas le responde. Apaga la radio donde
el señor escuchaba Radio Nacional. Sólo revisa tuiter en su blackberry. Ve a su país a través de las cuentas de Adriana Azzi, Anonymus, el profeta, dolartoday
y otros que, de hecho no viven en Venezuela. RT, RT, RT, +1. A eso se reduce su
interacción social en la hora y media que les toma sortear la guarimba y llegar
al barrio.
Después de un buen día, de
interactuar con el dueño de la empresa, con las chamas de la universidad, le
toca que su papá lo suba a la casa. Sus intereses no son los de su clase
social. Lo que él defiende son los intereses de la clase social a la que aspira
pertenecer. El no debería vivir así, por eso guarimbea. Es un guarimbero desclasado.
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