¿LA CLAVE CONTRA EL DÓLAR PARALELO? UN MINIMO DE CERTIDUMBRE
“Predecir es difícil, y sobre
todo el futuro”, una frase atribuída a Niels Böhr y que Giordani solía repetir
para justificar su aversión a establecer metas y dar información clara a los
periodistas de la fuente económica, es hoy más que nunca una acuciante realidad
para los agentes económicos en Venezuela.
Nadie, o muy pocos han podido
establecerse un plan, por pequeño que sea, de lo que piensan hacer en este
2014. Desde un viaje, una remodelación a la casa, una reparación mayor al
carro, hasta las grandes decisiones corporativas que afectan a cientos de
personas, aumentar o reducir capacidad, importar o producir, lanzar nuevos
productos o eliminar algunas líneas y un largo etcétera, fueron prácticamente
imposibles de planificar durante el mes de enero. 1/12 del año, el 8,33% del
tiempo lo perdimos por no conocer para donde apuntarían las medidas económicas
que tomaría el gobierno del presidente Maduro, aunque muchas de ellas se veían
venir, en particular las referidas a la migración a SICAD de algunos sectores
económicos. Otras medidas, como el aumento de la gasolina, siguen engatilladas
en la estructura decisoria del alto gobierno, tal vez atascadas en la rumorada
confrontación entre pragmáticos y radicales.
Y es que no hay medidas económicas
que no generen críticas y quejas. Siempre habrá dolientes en las medidas económicas
que se implanten. En este país en particular, todo se supera y la capacidad de
adaptación del Venezolano, desde el empresario hasta el asalariado de la
empresa pública y privada, el desempleado y toda clase de emprendedores hasta
el buhonero, son capaces de darles la vuelta a la situación y seguir viviendo,
mejor o peor pero viviendo. Lo que definitivamente no puede tolerarse, es la
imposibilidad de tomar una decisión, por pequeña que sea debido a la enorme
incertidumbre que genera el silencio gubernamental, la intermitencia e
inconstancia de las medidas, ó la superposición permanente de nuevos parches y remiendos sobre las normativas que se promulgan.
Ni que fueran Microsoft.
Si para ir a mi oficina, cuento desde
hace algún tiempo con un servicio de transporte deficiente, lento, e incómodo, seguramente
no es la situación ideal pero me adapto. Seguramente me levanto más temprano
para encontrar puesto, las mujeres no usarán tacones altos hasta llegar a su
destino entre otras tácticas que se observan claramente en el día a día del
caraqueño común. Pero si de la noche a la mañana, se anuncia que ese transporte
ya no viene, el gobierno me promete un súper autobús de última generación pero que
es impuntual, no termina de llegar y cuando
llega trabaja un día sí y otro no, impone nuevos requisitos sorpresa para admitir
a los usuarios, y el conductor no puede asegurarte si mañana viene, seguramente
tendrás que buscar un sistema paralelo que te permita trabajar, no importa si
es la moto de un malandro que te cobra mucho más y anda ilegal, pero es la única
forma que tienes de ir, aunque de cuando en cuando puedas subirte al súper autobús
de funcionamiento intermitente. No puedes dejarle a la suerte la asistencia al
trabajo, claro que siempre tienes la posibilidad de renunciar al trabajo (y así
lo han hecho muchos).
Un mínimo de certidumbre que
permita a las empresas y los consumidores planificar es lo que se necesita. Si
ya migraron el sector a SICAD no hay problema, obviamente el precio de venta
debe poder reflejar la nueva realidad. Los problemas ahora serían ¿Cuándo
convocarán a mi sector industrial? ¿Cuánto me adjudicarán?
Lo mínimo que puede hacer el
gobierno es promover la predictibilidad del sistema. Si en realidad procura que
el SICAD se constituya en un mercado complementario legal, marcador de una tasa
de cambio referencial, -en oposición a un dólar paralelo evidentemente
manipulado y sobrevaluado- , si se le visualiza como un mecanismo que coadyuve
a suplir en forma expedita las necesidades de divisas de la economía Venezolana,
debe publicarse de una vez y por el resto del año, el cronograma de subastas y
los sectores económicos que serán convocados. De esta manera, los potenciales
demandantes de dólares en el mercado ilegal podrán planificar su producción,
sus ventas, sus precios, su estructura organizacional y productiva, inversiones
y empleo, en fin, ¿para que acudir a un mercado ilegal si ya sé que en tres
meses voy a poder obtener –al menos parcialmente- las divisas que mi proceso
necesita a una tasa más o menos predecible?
Esto es válido para cualquier organización,
llámese privada nacional, multinacional, grande o pequeña, las PYMES, las
cooperativas, las empresas de producción social y las empresas del estado,
independientemente del sector industrial en el que operen. Todo el tejido
productivo funciona como una red de proveedores-clientes, por lo que incluso la
producción de las empresas socialistas se vería ampliamente favorecida, al
disponer de insumos y servicios comercializados por el sector privado. No puede
aplicarse una política de dominación al sector privado sin terminar afectando a
las empresas públicas. Las condiciones macroeconómicas afectan sin miramientos
a todas las empresas y como siempre repito, es preferible tener empresas
capitalistas produciendo, que empresas socialistas paradas ó vacías, importando
todo ó simplemente viviendo del presupuesto público.
@jhernandezucv
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