lunes, 27 de enero de 2014

UN DÓLAR A 6,30 NO ES NADA PATRIÓTICO



En buena parte de la militancia de izquierda, la nueva y más reciente devaluación del bolívar es no menos que una gran traición del gobierno, la claudicación de la patria, un golpe artero en las aspiraciones de la clase trabajadora, una oprobiosa medida que sólo beneficia al gran capital, un infame desconocimiento del “legado”. En este esquema mental, el valor de nuestra moneda, el bolívar, está relacionado más con la grandeza heróica del procer en cuyo honor se nombró nuestro signo monetario, que en el valor concreto y competitividad de la producción doméstica que lo respalda. En esta línea de pensamiento, la inflación interna, el déficit fiscal, la mermada producción petrolera, la incipiente producción industrial, la casi inexistente actividad exportadora no petrolera, la disminución de las reservas internacionales, la fuga de capitales, el endeudamiento externo entre otras nimiedades, poco o nada tienen que ver con el tipo de cambio. Lo que importa es que somos el pueblo de Bolívar y de Chávez, que luchamos contra el imperio, que se está gestando una nueva sociedad y que, por supuesto, el capitalismo mundial se está derrumbando. Tomando en cuenta todo eso, la tasa de cambio no sólo debería estancarse en Bs. 6,30/USD sino que además deberíamos procurar revaluarla cada vez más para defender al “pueblo”
En este punto debo decir que, ese sector ideológico, desde donde ha surgido una fuerte oposición a estas medidas del gobierno de Maduro y que, incluso se oponen al aumento de la gasolina, tienen plena coincidencia con la muy vituperada MUD; es decir, que Leopoldo Lopez y Henrique Capriles tienen hoy, más coincidencias con la mayoría de los articulista de Aporrea, que con los de El Universal.
Que persigue el gobierno al anclar el 80% de las importaciones a una tasa de Bs. 6,30 absurdamente sobrevaluada? La respuesta es sencilla, abaratar las importaciones, para crear una sensación de bienestar material insostenible, en resumen, “proteger” la capacidad de consumo de la población en el corto plazo.
Nótese el énfasis en el horizonte temporal en el cual –en el mejor de los casos- se recibirían los beneficios de esta política de anclaje cambiario como instrumento para dominar los precios. Se busca “proteger” la capacidad de consumo, y en esto, los extremos se tocan. De lo que nadie habla ó muy pocos lo hacen es sobre la capacidad de producción. Por lo visto para nadie es importante que discutamos sobre producir, crear las condiciones para al menos iniciar una diversificación productiva del país. Se busca defender y ser defendidos en la capacidad de consumo, no de producción lo cual evidentemente es una estrategia de cortísimo plazo, dependiente de la benevolencia de la cotización del crudo en los mercados internacionales.  ¿A quién beneficia un tipo de cambio a 6,30Bs/USD (donde sea que se encuentre disponible)? ¿al productor nacional?. Independientemente del sector económico, la escala de producción, la estructura de capital, la composición accionaria y la naturaleza misma de la empresa, NADIE, léase bien, NADIE puede competir contra un producto importado a razón de Bs. 6,30 por dólar. Intente el lector pensar en alguna actividad económica-productiva que pueda ser desarrollada en el país cuyo costo de producción sea razonablemente competitivo con su equivalente extranjero. Ni la grandes corporaciones nacionales, multinacionales, PYMES, EPS’s cooperativas y mucho menos las empresas estatales pueden suplir al mercado doméstico en condiciones razonables en términos de precios, si no media un subsidio. El gobierno lo entiende así, por lo que pretende a través del anclaje cambiario “equilibrar” la economía nacional.
Mantener el dólar a Bs. 6,30 no es nada patriótico. Sólo contribuye a reproducir las condiciones que nos han hecho un país importador neto de cualquier cosa, disminuyendo aún más –si es que eso es posible- nuestra posibilidad de iniciar el tránsito hacia la producción interna de un porcentaje creciente de nuestras necesidades de consumo como sociedad. Hoy los importadores, los funcionarios que autorizan los dólares, los miles de DAKA, los bachaqueros, los pimpineros están de fiesta con la decisión de anclar el valor del dólar, mientras que los emprendedores nacionales, la gente que quiere producir sigue de luto. La capacidad creadora del pueblo una vez más se ve empujada a ingeniárselas como acceder a esa piñata del dólar barato en lugar de desarrollar una oferta sustentable de bienes y servicios.
Sólo produciendo, creando riqueza podríamos proteger la capacidad de consumo de las futuras generaciones. No tenemos derecho a gastarnos todo el ingreso petrolero y heredarles un país peor que el que nosotros recibimos, más aferrado cada día  a la ilusión de un dólar barato.





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