Según el DRAE, Parálisis tiene
como significado en una de sus acepciones “Detención de cualquier
actividad, funcionamiento o proceso”, así que sin duda alguna podemos llamar a
la actual situación del país como una brutal parálisis económica y productiva. Esta
vez no voy a disertar sobre las posibles causas de tal situación, aunque no
puedo dejar de mencionar que la escasez relativa de dólares, el atronador
silencio gubernamental en materia de anuncios de política macroeconómica y
cambiaria en particular, la asfixiante burocracia, el notable desorden en la
gestión claramente expresado en una nueva intermitencia del SICAD entre otras
muchas razones, influyen, refuerzan y prolongan esta parálisis. Me limitaré a
comentar el tipo de situaciones, algunas importantes, otras no tanto que vive y
padece un ciudadano cualquiera, un trabajador asalariado, un emprendedor de
cualquier naturaleza en el marco de la llamada guerra económica.
Y es que al
parecer, el gobierno ha identificado en el sector empresarial sus principales
enemigos, así que todas las políticas públicas van orientadas a minimizarlo, ó
por lo menos, a someterlo. Lo que el gobierno no ha entendido –desde la época
del presidente Chávez- es que privado es cualquiera, que empresa privada no
significa únicamente burguesía, y que los Capriles, Zuloaga y Mendozas no salen
ni remotamente perjudicados con cada estupidez, que por acción u omisión,
cometen quienes tienen la responsabilidad de ejecutar las medidas del gobierno.
Posiblemente
exagero, pero no conozco un solo pequeño comerciante que no esté afectado en la
actualidad: tapiceros parados por falta de goma espuma, tela, hilo etc,
herreros varados por falta de electrodos y tubos, albañiles de vacaciones
forzadas por no disponer de un saquito de cemento para tapar cualquier grieta, la
señora que vende empanadas ahora cocina medio día y otro medio día se dedica a
cazar la harina de maíz y el relleno de su producto. La muchacha que vende
tortas y dulces para rebuscarse, esa que las hay en cada oficina pública y privada
y todo el mundo conoce al menos una y que no ha podido hacer ni una panqueca
por falta de harina de trigo (en mi oficina hace días cantamos cumpleaños y
picamos pasticho en vez de torta, es en serio), los taxistas que duran meses
accidentados por falta de repuestos, cauchos y baterías, fotógrafos,
diseñadores, programadores, compositores y artistas que no han podido usar su
cupito CADIVI para comprar sus equipos, instrumentos y materiales, talleres
mecánicos cerrados hasta nuevo aviso, y hasta centros de copiado que no sacan
copias por falta de toner. El caso de las copias es una verdadera tragedia,
porque todos sabemos que no existe un trámite en este país que pueda realizarse
sin la “copia fotostática” de ese papelito llamado cédula de identidad. Podríamos
decir que uno de los motores de la economía Venezolana, la chispa que hace
andar la maquinaria de la burocracia estatal son las fotocopias, así que ahora
si estamos jodidos. Eso sin contar la escasez permanente de leche, aceite,
queso, carne entre otras exquisiteces a las que se ha acostumbrado el cadivista
paladar Venezolano.
Si así estamos para
actividades de subsistencia, quizá no valga la pena mencionar (pero igual lo
voy a hacer) que es probable que nadie en el país, pueda hacer una planificación
de digamos, 6 meses en su futuro. Pedir un crédito para una nevera, comprar un
carro, ó por lo menos pintar el carrito viejo, quitarle el ruidito que tanto
nos atormenta, planificar las vacaciones, aspirar a comprar una computadora por
Amazon, qué hacer con los cuatro reales que eventualmente nos sobran en un
bolsillo ¿lo ahorramos, lo invertimos? Nada de eso es posible en los actuales
momentos para los residentes en esta tierra de gracia.
Necesario es
repetir que esto ocurre en el país más hermoso del planeta, con las mujeres más
bellas, el destino más chévere, con una dotación de recursos naturales
envidiable, en un contexto donde la cesta petrolera se cotizó durante 2013 por
arriba de 90 dólares el barril, donde no ha ocurrido en los últimos meses (y
ojalá sigamos así) ninguna catástrofe natural, ninguna guerra convencional,
ninguna invasión, no se desplomó el precio del petróleo ni nos cayó una plaga
de langostas. Son las consecuencias de “la crisis del capitalismo”, pero que
vaina que se sufren más en el socialismo. Quizá a un habitante de Ruanda todo
esto le suene a quejadera sin sentido, tendríamos que explicarle que todo esto
ocurre en este país no es por falta de demanda solvente, sino por la inacción
del estado, el principal actor económico del país.
A todas estas,
donde están los ministros, viceministros, jefes, responsables que tienen años
ofreciendo que los convenios con Irán nos iban a garantizar pleno suministro de
harina, leche y otros? Que las reses argentinas y brasileñas mejorarían la
genética del ganado Venezolano y que con la expropiación del Charcote, la Marqueseña
y otras miles de hectáreas tendríamos plena soberanía alimentaria? Los que
ofrecían que la planta de Haier produciría no sé cuántas neveras, y que las
ensambladoras chinas e Iraníes llenarían el Mercosur de carros, celulares y
computadoras made in Venezuela? Que la nacionalización del cemento y la planta
Cerro Azul solucionarían el desabastecimiento del mercado local? Esos
funcionarios no cayeron víctimas de la guerra económica, sino que por el contrario,
son una vez más premiados, ratificados en sus cargos o movidos a otros
similares, exiliados en embajadas o peor aun, promovidos a cargos de mayor
importancia como son los casos de Menéndez, Jaua, Osorio y Fleming, que han
dejado un cementerio de iniciativas fallidas a su paso y que hoy, tal como
ayer, prometen para el futuro mejores resultados haciendo exactamente lo mismo
que en el pasado.
Lo más triste de
todo es que sólo con unos anuncios, con un par de medidas se puede hacer que la
economía arranque. Esperaremos por los anuncios del Ministro Ramirez.
@jhernandezucv
PD: Fué escrito antes de anunciarse las nuevas medidas cambiarias
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