viernes, 24 de enero de 2014

Esto se llama Paralisis Económica

Según el DRAE, Parálisis tiene como significado en una de sus acepciones “Detención de cualquier actividad, funcionamiento o proceso”, así que sin duda alguna podemos llamar a la actual situación del país como una brutal parálisis económica y productiva. Esta vez no voy a disertar sobre las posibles causas de tal situación, aunque no puedo dejar de mencionar que la escasez relativa de dólares, el atronador silencio gubernamental en materia de anuncios de política macroeconómica y cambiaria en particular, la asfixiante burocracia, el notable desorden en la gestión claramente expresado en una nueva intermitencia del SICAD entre otras muchas razones, influyen, refuerzan y prolongan esta parálisis. Me limitaré a comentar el tipo de situaciones, algunas importantes, otras no tanto que vive y padece un ciudadano cualquiera, un trabajador asalariado, un emprendedor de cualquier naturaleza en el marco de la llamada guerra económica.
Y es que al parecer, el gobierno ha identificado en el sector empresarial sus principales enemigos, así que todas las políticas públicas van orientadas a minimizarlo, ó por lo menos, a someterlo. Lo que el gobierno no ha entendido –desde la época del presidente Chávez- es que privado es cualquiera, que empresa privada no significa únicamente burguesía, y que los Capriles, Zuloaga y Mendozas no salen ni remotamente perjudicados con cada estupidez, que por acción u omisión, cometen quienes tienen la responsabilidad de ejecutar las medidas del gobierno.
Posiblemente exagero, pero no conozco un solo pequeño comerciante que no esté afectado en la actualidad: tapiceros parados por falta de goma espuma, tela, hilo etc, herreros varados por falta de electrodos y tubos, albañiles de vacaciones forzadas por no disponer de un saquito de cemento para tapar cualquier grieta, la señora que vende empanadas ahora cocina medio día y otro medio día se dedica a cazar la harina de maíz y el relleno de su producto. La muchacha que vende tortas y dulces para rebuscarse, esa que las hay en cada oficina pública y privada y todo el mundo conoce al menos una y que no ha podido hacer ni una panqueca por falta de harina de trigo (en mi oficina hace días cantamos cumpleaños y picamos pasticho en vez de torta, es en serio), los taxistas que duran meses accidentados por falta de repuestos, cauchos y baterías, fotógrafos, diseñadores, programadores, compositores y artistas que no han podido usar su cupito CADIVI para comprar sus equipos, instrumentos y materiales, talleres mecánicos cerrados hasta nuevo aviso, y hasta centros de copiado que no sacan copias por falta de toner. El caso de las copias es una verdadera tragedia, porque todos sabemos que no existe un trámite en este país que pueda realizarse sin la “copia fotostática” de ese papelito llamado cédula de identidad. Podríamos decir que uno de los motores de la economía Venezolana, la chispa que hace andar la maquinaria de la burocracia estatal son las fotocopias, así que ahora si estamos jodidos. Eso sin contar la escasez permanente de leche, aceite, queso, carne entre otras exquisiteces a las que se ha acostumbrado el cadivista paladar Venezolano.
Si así estamos para actividades de subsistencia, quizá no valga la pena mencionar (pero igual lo voy a hacer) que es probable que nadie en el país, pueda hacer una planificación de digamos, 6 meses en su futuro. Pedir un crédito para una nevera, comprar un carro, ó por lo menos pintar el carrito viejo, quitarle el ruidito que tanto nos atormenta, planificar las vacaciones, aspirar a comprar una computadora por Amazon, qué hacer con los cuatro reales que eventualmente nos sobran en un bolsillo ¿lo ahorramos, lo invertimos? Nada de eso es posible en los actuales momentos para los residentes en esta tierra de gracia.
Necesario es repetir que esto ocurre en el país más hermoso del planeta, con las mujeres más bellas, el destino más chévere, con una dotación de recursos naturales envidiable, en un contexto donde la cesta petrolera se cotizó durante 2013 por arriba de 90 dólares el barril, donde no ha ocurrido en los últimos meses (y ojalá sigamos así) ninguna catástrofe natural, ninguna guerra convencional, ninguna invasión, no se desplomó el precio del petróleo ni nos cayó una plaga de langostas. Son las consecuencias de “la crisis del capitalismo”, pero que vaina que se sufren más en el socialismo. Quizá a un habitante de Ruanda todo esto le suene a quejadera sin sentido, tendríamos que explicarle que todo esto ocurre en este país no es por falta de demanda solvente, sino por la inacción del estado, el principal actor económico del país.
A todas estas, donde están los ministros, viceministros, jefes, responsables que tienen años ofreciendo que los convenios con Irán nos iban a garantizar pleno suministro de harina, leche y otros? Que las reses argentinas y brasileñas mejorarían la genética del ganado Venezolano y que con la expropiación del Charcote, la Marqueseña y otras miles de hectáreas tendríamos plena soberanía alimentaria? Los que ofrecían que la planta de Haier produciría no sé cuántas neveras, y que las ensambladoras chinas e Iraníes llenarían el Mercosur de carros, celulares y computadoras made in Venezuela? Que la nacionalización del cemento y la planta Cerro Azul solucionarían el desabastecimiento del mercado local? Esos funcionarios no cayeron víctimas de la guerra económica, sino que por el contrario, son una vez más premiados, ratificados en sus cargos o movidos a otros similares, exiliados en embajadas o peor aun, promovidos a cargos de mayor importancia como son los casos de Menéndez, Jaua, Osorio y Fleming, que han dejado un cementerio de iniciativas fallidas a su paso y que hoy, tal como ayer, prometen para el futuro mejores resultados haciendo exactamente lo mismo que en el pasado.
Lo más triste de todo es que sólo con unos anuncios, con un par de medidas se puede hacer que la economía arranque. Esperaremos por los anuncios del Ministro Ramirez.

@jhernandezucv

PD: Fué escrito antes de anunciarse las nuevas medidas cambiarias



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