lunes, 20 de junio de 2016

Una solución milagrosa para el desabastecimiento




Debo agradecerle al sistema nacional de medios públicos y su envidiable capacidad de posicionar mensajes de acuerdo a los sagrados objetivos de un proyecto político donde impera la construcción de imaginarios colectivos por encima de las necesidades secundarias de la sociedad, como por ejemplo, comer.

A los sindicalistas que se prestaron –o alquilaron- para la magnífica producción de las cuñas que pasan insistentemente en los medios públicos explicando de una manera muy didáctica, el complejo concepto de la “simplificación de la producción” como explicación fundamental de la escasez de productos en los anaqueles, muchas gracias.

Gracias a ellos, he podido desarrollar una idea cuasi milagrosa, tan poderosa y efectiva como las fajas para adelgazar que promocionan en los infomerciales.

Mi idea nace como una especie de revelación que sin duda contribuirá a una rápida solución del problema de desabastecimiento y escasez que azota a los consumidores venezolanos. De allí a recibir mí premio nobel de economía, habrá sólo un paso, pero para evitar que alguien se me adelante, ahí les va.

Lorenzo Mendoza tiene la solución de la escasez en sus manos y si no lo hace es porque en su infinita maldad, se empeña en destruir la felicidad que con tanto empeño, el gobierno Venezolano se ha esforzado por proporcionarle a nuestro noble pueblo

Si el problema de la escasez se explica, al menos parcialmente por la “simplificación de la producción entonces la solución es –evidentemente-“complejizar la producción”, es decir volver al principio fundamental de la producción moderna, que junto a Uber, Facebook y el Big Data constituyen el paradigma de la modernidad: la barrita de mantequilla.

Le propongo a Lorenzo Mendoza lo siguiente: que la harina PAN que muchos odian, la pasta y arroz Primor sean comercializados en lo sucesivo en prácticas presentaciones de 50 gramos, y la presentación familiar, en empaques de 500 gramos. Con estas raciones, perfectamente consistentes los cálculos de demanda de alimentos que al parecer sustentan a los CLAPs como iniciativa, multiplicaríamos hasta por 20 “las oportunidades de compra” de los consumidores de acuerdo con la propaganda oficial. Podríamos diseñar un cómodo bolsito viajero para que los CLAPs distribuyan unas coquetas bolsas de comida. El diseño podría hacerlo Titina Penzini, la publicidad la haría la agencia de la diputada Tania Diaz.

En el caso del atún “Margarita”, propongo que el aceitico de la lata, se venda en prácticos sachets separado del atún, con la finalidad de que las amas de casa puedan impregnar las comidas de ese saborcito y con eso satisfagan a sus siempre demandantes hijos que pretenden comer tres veces al día, como si hubiese alguna evidencia científica que soporte esas aspiraciones que el modelo de consumo imperante ha inoculado en sus antojadizos estómagos.

El mazeite podría distribuirse en bolsitas como de los heladitos chupi-chupi y con eso todos los Venezolanos podríamos adquirirlo, eliminando como por arte de magia esa fastidiosa quejadera de la gente que insiste en elevar sus niveles de colesterol.


En cuanto al pollo, y la carne aún estoy en proceso de diseñar la solución. En una próxima entrega presentaré mis hallazgos al respecto pero me inclino por una presentación como la que se usa tradicionalmente en el té y otros bebedizos, el cual se ofrecería como una práctica solución para la preparación de sopas. La miniaturización nos ofrece una gran oportunidad para potenciar el efecto de los CLAP’s en la distribución de alimentos. Tengamos fe

@jhernandezucv

1 comentario:

  1. Ojalá, Javier, no fueras tu el único que construya una sátira sobre esas cuñas que repetidamente la complicidad publicitaria de los medios expone. Los medios de comunicación, tan dados a defender la libre empresa y el libre decir, también podrían decir algo acerca de la "simplificación de las noticias"; los estudiosos del plan legislativo tienen un potencial acerca de la simplificación de los Procedimientos Civiles y Penales y los profesores de Puericultura del Tercer Año de Bachillerato ya no serían necesarios para explicarle a los adolescentes acerca de la simplificación de la virginidad tanto masculina como femenina en la secundaria. ¡Uy! como hay que escribir!!!!!!!!!!

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