Respuesta
corta: nada bueno
Como
respuesta larga la respuesta es siempre la misma: depende.
Depende de lo que el gobierno del presidente Maduro decida hacer con las principales políticas económicas de su gobierno heredadas en su mayoría –siempre es bueno recordarlo- del gobierno del presidente Chávez.
Depende de lo que el gobierno del presidente Maduro decida hacer con las principales políticas económicas de su gobierno heredadas en su mayoría –siempre es bueno recordarlo- del gobierno del presidente Chávez.
El
proceso de toma de decisiones del gobierno de Nicolás Maduro es poco menos que
un misterio para la mayoría de los analistas. Lo que si queda claro es que “el
gobierno” no es una sola cosa, un ente único, monolítico, orientado
fundamentalmente por el liderazgo del presidente, como si lo fue durante el
gobierno de Chávez. En el gobierno y el partido conviven diferentes facciones
con cuotas de poder político, económico y militar muchas veces contrapuestas entre
sí que limitan la autonomía del presidente para tomar decisiones. En 2017,
cuando ya el Chavismo ha “asegurado” su permanencia en el poder ejecutivo y la
coalición que sostuvo en el poder a Maduro comience a proyectar los escenarios
para su sucesión –anticipada o su no- se hace más difícil aún pronosticar lo
que podría pasar en términos de toma de decisiones en materia económica.
Pero
hay algo que es casi indiscutible: si el presidente insiste en el modelo
aplicado hasta ahora caracterizado por una creciente militarización de la vida
económica, el desconocimiento de los mecanismos de mercado, el ataque al sector
privado, la opacidad en la gestión del estado y el financiamiento monetario del
déficit en el contexto de una política fiscal irresponsable e improvisada, el
fracaso está asegurado y el 2016 con todo lo malo que fue, podrá ser un buen
año cuando hagamos la comparación a final de 2017.
Y
ese es el supuesto subyacente en mí escenario base para 2017: ante una
oposición estructuralmente incapaz de presionar al gobierno, una militancia
opositora desmovilizada y una gran dependencia del estado de una gran parte de
la población, existen los incentivos para la continuidad del desastre en el
manejo de la política económica.
En
este escenario, no es de extrañar una nueva caída del PIB, que podría ubicarse
entre 3% y 5%. A diferencia de reputados colegas como Francisco Rodriguez
(Torino Capital) y Asdrubal Oliveros (Ecoanalítica) que avizoran desde pequeños
crecimientos hasta crecimiento nulo en el 2017, mi escenario base introduce la
muy probable ocurrencia de una nueva crisis eléctrica que despedazaría
cualquier posibilidad de recuperación en la producción. En ese escenario, no
hay milagro petrolero posible debido a que las inversiones necesarias para
corregir los problemas estructurales del sector eléctrico son prácticamente
inexistentes y de larga maduración.
En
cuanto al sector externo, una probable recuperación del precio internacional
del crudo que ubique el promedio de realización entre 45 y 50$ por barril,
dejaría al país con un ingreso en caja por el orden de los 25 millardos de
dólares que, en el escenario de pagos de deuda e importaciones básicas
petroleras y no petroleras similares a las de 2016, ubicaría el déficit externo
alrededor de los 12-15 millardos de dólares, en un contexto en el que las
reservas internacionales del país escasamente superan los 11 millardos de
dólares y en el que opciones de uso de activos externos como DEG y CITGO ya han
sido utilizadas. Nueva deuda con China, operaciones con el Oro monetario o la
liquidación de participación en asociaciones petroleras lucen como las únicas
posibilidades de cubrir el déficit externo.
Esto
no es más que el preludio de un año –y especialmente un primer trimestre-
marcado por una notable escasez de bienes y materias primas de origen foráneo,
lo que presiona al alza los precios al consumidor, la destrucción del salario, y las
posibilidades de arbitraje de las mafias militares y civiles enquistadas en la
estructura del estado y que resultan ser las grandes beneficiarias de una
política económica que no busca solucionar la crisis sino administrarla, como
mecanismo de control social en busca de provecho político-electoral.
Año electoral
Durante
2017 está planteada –en teoría- la realización de importantes eventos
electorales como son la elección de alcaldes y gobernadores. Esto genera en la
estructura del estado un conjunto de incentivos para el gasto fiscal
irresponsable y manirroto como ha ocurrido en años anteriores. En tal sentido,
no es de extrañar que apenas comenzando el año el gobierno decrete nuevos
aumentos salariales que, al ser financiados mediante el perverso mecanismo
BCV-PDVSA, genere una inflación cuyo escenario base hemos estimado entre 350% y
400%. En materia cambiaria, el cielo es el límite.
Oportunidades
En
toda crisis se generan oportunidades y 2017 no es la excepción. El incipiente
despertar de algunas operaciones de manufactura local para sustituir la mermada
oferta de bienes importados continuará cosechando beneficios. Pequeños
productores agrícolas, pecuarios y manufactureros que se encuentran fuera del
radar de la SUNDDE y de la estructura del estado para la imposición de absurdos
controles y regulaciones, seguirán aprovechando la transformación estructural
de un mercado con demanda no satisfecha. Marcas y calidad son consideraciones
del pasado, se compra lo que haya.
El
sector turismo y la construcción residencial (excluyendo las edificaciones de
lujo) son de los más afectados, mientras que para Telecomunicaciones el
escenario luce difícil en materia de ajuste de tarifas. Servicios como la TV
paga podrían experimentar considerables ajustes de precios y una
reconfiguración de la demanda.
La
campaña electoral genera oportunidades para importadores y productores privados
de material publicitario. En general, las importaciones de bienes no esenciales
para nichos específicos lucen como una oportunidad, siempre y cuando el precio
de venta garantice la reposición de mercancía.
Consumidores
y empresas enfrentan un año que luce muy difícil en materia económica, sin que
se haya incluido en este resumen, consideraciones sobre la estabilidad social y
el entorno político-institucional. Las estrategias a seguir por las empresas
dependen de sus sectores específicos y en tal sentido sólo caben hacer algunas
recomendaciones generales: foco en los costos, manejo de inventario y activos
en general, atención a las oportunidades de inversión más allá de la
especulación cambiaria y mantenerse en contacto con sus asesores, proveedores y
clientes. Feliz 2017.
@jhernandezucv
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