lunes, 30 de noviembre de 2015

¿Qué puede hacer por la economía venezolana, la nueva Asamblea Nacional?







La nueva Asamblea Nacional cuya composición parece que será, en términos de representación política, la más equilibrada en muchos años, tiene un importante rol que jugar en la reconstrucción de la devastada economía nacional. Si los actores políticos de la oposición logran alcanzar la mayoría de curules y se proponen realizar un trabajo parlamentario serio, no deben pisar el peine de la repolarización política que fije las prioridades de la nueva AN en el siguiente ciclo electoral de corto plazo (la remoción por diferentes vías constitucionales del presidente Maduro) sino que debe orientar su trabajo en favor del interés de la mayoría del país que hoy exige un cambio importante en la conducción de la economía nacional.

Los límites del poder de la Asamblea Nacional

Además de las limitaciones que representa la Sala Constitucional del TSJ, la nueva Asamblea Nacional asume su rol en el contexto de un poder nacional dividido, por lo que el alcance de sus atribuciones se limita en resumidas cuentas a equilibrar poderes, controlar al poder ejecutivo y a legislar en favor de sus electores. Debido a esto, es totalmente falaz la idea vendida por sectores de la oposición, de que a partir de un triunfo opositor en la asamblea nacional, la situación del país cambiaría dramáticamente.

El manejo de las divisas, la política cambiaria, la política petrolera y la política fiscal sigue en manos del poder ejecutivo, asi como la mayoría de gobernaciones y alcaldías. Siendo así, sigue recayendo en el poder ejecutivo la responsabilidad en la conducción del país y por tanto, en la evolución de las grandes variables económicas y sociales.

¿Qué puede hacer la nueva asamblea nacional?

La hegemonía política que desarrolló el presidente Chávez, así como los errores de la oposición política cuando renunció a hacerse un espacio en el parlamento con la finalidad de deslegitimar el gobierno, condujeron a que la Asamblea Nacional que hemos tenido en años recientes, no haya cumplido con el importante rol que por diseño institucional le corresponde. Como se afirma en el Editorial de la Revista SIC del Centro Gumilla en su edición de Noviembre 2015, el parlamento nacional se convirtió en un lugar donde “…no se debate nada, sino que se corean consignas y se vota lo dictaminado por el Ejecutivo, excluyendo cualquier labor de fiscalización al gobierno y de debate nacional”

Es por ello, que deben identificarse claras oportunidades de mejora inmediata. Espacios de acción parlamentaria donde la nueva correlación de fuerzas, en defensa de los mejores intereses difusos de sus electores, contribuya a sentar las bases institucionales donde descansará el proceso de reconstrucción de la economía venezolana, independientemente de los actores políticos que dirijan ese proceso. Yo como elector, voy a exigir –léase bien, exigir, y ud también debería hacerlo-, que la nueva asamblea nacional se enfoque durante 2016 a los siguientes puntos (en materia económica):

1.       Interpelaciones: Es necesario que la nueva AN en su rol como contralor solicite la interpelación –y divulgue oportunamente el respectivo informe- de importantes funcionarios públicos, que por su responsabilidad en el manejo de recursos y por la importancia de su gestión, son de vital interés para los ciudadanos. Me atrevo a proponer de una vez a un grupo: Presidente del BCV, Presidente de PDVSA, Ministro de Finanzas, Ministro de Vivienda, Ministro de Industrias, Ministro de la Defensa, Vicepresidente de la República. A partir de las informaciones aportadas por estos funcionarios, podremos tener un panorama más claro de la situación real del país.

2.       Presupuesto Público: Es bien sabido que el presupuesto público de Venezuela es un instrumento sin ningún valor informativo o de planificación. La formulación anual del presupuesto de gastos basado en cifras sin fundamento económico, subestimando los conceptos para luego generar desde el primer día, solicitudes de créditos adicionales para cubrir magnitudes de gasto no previstas, es una de las aberraciones administrativas más importantes que deja el chavismo en su paso por el estado venezolano. La nueva Asamblea Nacional debe generar un importante debate sobre la idoneidad del presupuesto de cara al 2017, sin incurrir en la tentación populista de aprobar todos los créditos adicionales que el ejecutivo tenga a bien proponer durante 2016, con la excusa de que son para la “inversión social”. Sentar las bases para un manejo serio de los recursos del estado, sin extender cheques en blanco pero sin sabotear, velando por cada bolívar entregado pero sin paralizar el país. Ese sería el reto.

3.       Endeudamiento con China: La constitución nacional en su art 154 establece que “Los tratados celebrados por la República deben ser aprobados por la Asamblea Nacional…” Así mismo, el art 187 establece claramente que entre otras cosas, es obligación de la Asamblea Nacional “Autorizar al ejecutivo nacional para celebrar contratos de interés nacional…”
     
    En tal sentido, y dada la inminente realización en 2016 de al menos una operación de crédito de la república con China en el marco de la estrecha relación entre ambas naciones, y en el contexto del severo déficit de divisas que enfrenta el país para el próximo año, es necesario que se restituya el rol de la Asamblea Nacional en el control del uso de esos recursos. Todos los convenios internacionales del país –salvo los relacionados con la seguridad nacional- deben ser conocidos por la nueva Asamblea Nacional, y deben divulgarse sus condiciones para el conocimiento de los ciudadanos.

    En resumen, si bien estas elecciones parlamentarias no son la panacea, bien podría ser un punto de partida para el necesario proceso de reinstitucionalización de Venezuela, con un efecto directo e inmediato sobre la situación económica del país. Si la Asamblea Nacional es secuestrada para dirimir confrontaciones político electorales bastardas, estaría poniéndose de espaldas al país, con claras consecuencias en los siguientes ciclos electorales. Una nueva Asamblea Nacional que represente y que le devuelva al ciudadano parte del poder usurpado por una cúpula que se rehúsa incluso a entregar la información que es de interés general, sería un acierto político de efectos económicos prolongados. Pronto lo sabremos.

¿Por cierto, los diputados de su preferencia han dicho algo respecto a esto?


@jhernandezucv

martes, 24 de noviembre de 2015

La Victoria de Macri: Una derrota de la izquierda







La victoria de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales argentinas podría estar iniciando un nuevo ciclo político en América Latina, generado a partir del agotamiento de un período de gobiernos progresistas de orientación a la izquierda que a pesar de haber logrado significativos avances en el bienestar de la población de sus países, hoy se enfrentan casi irremediablemente a su desalojo del poder político. Estos avances en materia social fueron financiados durante una década con la mejora de los términos de intercambio en el contexto del llamado súper ciclo de precios altos de los commodities, y por el cambio cualitativo en la configuración del poder geopolítico global. Más avanzó China en su rol de superpotencia, más se beneficiaron los países del tercer mundo, a través de inversiones, préstamos y exportaciones hacia el gigante asiático. Esas condiciones han cambiado y con ello, las preferencias políticas de los ciudadanos

El ascenso de Macri al poder revela una vez más que, dada la incapacidad que por diseño parece mostrar el capitalismo globalizado y corporativizado de hoy en día para satisfacer las necesidades –incluso las más básicas- de millones de personas alrededor del mundo (también en países desarrollados donde se observa una creciente depauperación de la clase media y la clase trabajadora) las preferencias políticas de las sociedades se comportan como un péndulo cuyo movimiento va de izquierda a derecha y viceversa cada cierto tiempo, además de recorrer los diferentes grados con que las políticas públicas son ejercidas, de acuerdo a la caracterización ideológica que se le otorgue.

En Latinoamérica, el triunfo electoral de Hugo Chávez en 1.998 y su estilo político anti establishment, desató un viraje hacia la izquierda en una región del planeta donde las políticas neoliberales –Reaganomics y Tatchernomics- arrojaron un balance negativo en materia de bienestar. El Caracazo de 1.989, el efecto Tequila en México y la destrucción de la economía Argentina en la era Menem, abonaron un terreno fértil para el resurgimiento de una izquierda desprestigiada y derrotada. Recordemos que en una misma época nuestros países estuvieron dirigidos por personajes como Carlos Salinas de Gortari, Fernando Collor de Mello, Carlos Menem y Carlos Andrés Pérez entre otros. La búsqueda de opciones era urgente.

Lula en Brasil, Néstor Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua y hasta Torrijos en Panamá, Bachelet en Chile, Humala en Perú, Tabaré Vásquez y Pepe Mujica en Uruguay han sido entre otros, producto del efecto contagio que el triunfo de Chávez produjo en la región. Considérese también que incluso en países donde la izquierda no ha dominado el poder ejecutivo se ha producido un importante avance de los sectores progresistas en espacios de poder político local, como fue el caso de Gustavo Petro en la Alcaldía de Bogotá o la cantidad de votos que logra capitalizar Andrés López Obrador en cada elección en México.

Ciclo político del péndulo

La oscilación de derecha a izquierda en las preferencias políticas de la sociedad tiene un comportamiento más o menos similar en cada país que se revise: Ante la implantación de políticas promercado, desregulatorias (las llamaremos neoliberales por simplificación) le sucede un acelerado empobrecimiento de la población y en particular la clase media. En la búsqueda de la eficiencia económica, se producen recurrentes crisis de desempleo, caídas del salario real y el deterioro de la capacidad del estado para influir positivamente en la economía. Ante este panorama, es natural que el discurso reivindicador y redistributivo de la izquierda coseche triunfos políticos que le permitan acceder nominalmente al poder (digo nominalmente para referirme a la superestructura institucional por cuanto las relaciones de producción permanecen igual). Rápidamente, las políticas de corte social restauran parte del bienestar perdido. Subsidios, aumentos del salario mínimo, congelación de tarifas y precios entre otras medidas típicas producen una sensación de mejora en la población. En los casos de Bolivia, Argentina y Venezuela en la última década se produce además un resurgimiento del estado como propietario de medios de producción y como proveedor de bienes a la sociedad.

Por qué el péndulo regresa a la derecha?

Ser de izquierda es relativamente sencillo cuando no se maneja el poder político, o la responsabilidad administrativa de la dirección de una estructura de gobierno por pequeña que esta sea. ¿Quién no quiere un mundo más igualitario, erradicar el hambre, la contaminación y las guerras?

Los movimientos de izquierda que controlaron el poder político en Latinoamérica recientemente se han agotado rápidamente al no saber satisfacer las naturalmente crecientes expectativas de la sociedad una vez superada la depauperación inicial. Es perfectamente normal que una vez recuperada la capacidad de compra, o un nivel mínimo de subsistencia, los ciudadanos aspiren a la satisfacción de nuevas necesidades. Es aquí donde la izquierda fracasa estruendosamente, en la comprensión de las necesidades humanas, en el sentido de la famosa Pirámide de Maslow.

Pirámide de necesidades humanas de Abraham Maslow


 





La izquierda parece quedarse atascada cuando las necesidades de un país superan en complejidad a una ingesta mínima de calorías. Algunos fardos ideológicos y creencias inamovibles como el principio de reivindicación (dar sin exigir como compensación de penurias anteriores) la lucha permanente en contra de un enemigo (real o inventado, externo o interno) que le excusa de todo error, la creencia de que se puede mejorar la situación de los más pobres desmejorando a los no tan pobres, la ampliación de la esfera de influencia del estado en el funcionamiento de la sociedad invadiendo casi siempre el espacio natural de la racionalidad individual o colectiva, la sustitución de los incentivos por el garrote y lo más importante, la pretensión de desconocer las leyes que caracterizan el comportamiento del mercado. Redistribuir riqueza a partir de una situación inicial, con legitimidad política y legalidad es relativamente fácil pero insostenible en el tiempo. Crear riqueza, bienestar, y prosperidad de manera sostenible en el tiempo (incluso en los conceptos de bienestar alejados del consumismo asociado con el capitalismo moderno) es una tarea mucho más compleja y requiere de un instrumental científico, técnico, político y gerencial del que la izquierda ha carecido y que, muchas veces es atacado al considerarle producto del capitalismo y no de la evolución de las capacidades productivas de la sociedad.

Macri, una nueva (y muy corta) ilusión

Las perspectivas para el pueblo argentino no son alentadoras. Macri parece representar la ortodoxia proliberal más similar a los años 90 del siglo pasado que a lo que se requiere en la segunda década del siglo XXI. La adopción del fracasado credo liberal y la sempiterna promesa del efecto derrame, el realineamiento de la política exterior para restar potencial a los tibios mecanismos de integración regional y por supuesto, el reposicionamiento de sectores empresariales en la conducción del estado son con casi total certeza, contrarios al mejor interés del pueblo argentino, incluyendo por supuesto a su sector productivo, trabajadores y clase media. Sobre las prácticas empresariales antiéticas y antideportivas de Macri en su trayectoria como empresario también hay abundante material.

Macri llega al poder en buena medida gracias al posicionamiento en el imaginario colectivo, del empresario exitoso como icono de lo que la gente quiere (y podría, de acuerdo a la idea generalizada) llegar a ser. Ricardo Martinelli en Panamá, Gustavo Noboa en Ecuador (candidato derrotado), Sebastián Piñera en Chile, Vicente Fox y más recientemente Enrique Peña Nieto en México son la encarnación de ese fenómeno sociológico que atribuye a empresarios y gente adinerada en general, una serie de virtudes que perfectamente le permitirían conducir exitosamente los destinos de una nación (recuérdese el éxtasis que embriaga a quienes ven en Lorenzo Mendoza un potencial presidente de Venezuela). Los resultados, en todos los casos mencionados, demuestran que estas experiencias no han sido en absoluto, exitosas. Pero la idea sigue allí.


Macri llega al poder ayudado por el tremendo desprestigio que la experiencia izquierdista más importante en los últimos años, el chavismo, acumula en Venezuela. La destrucción de la economía nacional en el contexto de elevados ingresos petroleros y la utilización de tales recursos en provecho de los intereses políticos y crematísticos de una minoría son utilizados como ejemplo mundial del fracaso de las formulas políticas alejadas del mainstream pro mercado. A pesar de los múltiples desaciertos, la corrupción y el estancamiento (en términos de progreso y bienestar) de la gestión Kirchner, el nuevo presidente y el ejército mediático que lo acompañó, reciben un apoyo más bien pequeño en término de diferencia de votos obtenidos. El mensaje implícito es claro, no es una victoria de su visión de sociedad, es una derrota de una izquierda incapaz de evolucionar.

@jhernandezucv

jueves, 19 de noviembre de 2015

La entrega de taxis regalados. De cómo el populismo destruye las buenas iniciativas








El populismo predomina en la ideología del equipo –más bien montoneras, tribus- que hoy dirigen los destinos de Venezuela. La permanente orientación hacia el logro de objetivos electorales de cortísimo plazo, impide que el gobierno del presidente Maduro asuma de forma medianamente decente, la enorme responsabilidad de conducir los destinos de este país. Un conjunto de taras mentales, intereses creados, una debilidad política considerable y definitivamente las mafias militares y civiles que se gestaron durante la era del Chavismo imposibilitan un cambio de rumbo de este país, mi país, tu país. Resulta que en alguna medida y paradójicamente el gobierno del presidente Maduro nos salió liberal, por aquello de dejar hacer, dejar pasar.

La nueva reforma a la Ley de Precios Justos, que de acuerdo a la propaganda oficial hace temblar a bachaqueros y acaparadores, resume bastante bien todas las características negativas del gobierno del presidente Maduro y que explica la aparentemente inagotable sucesión de disparates que emanan desde los poderes públicos. Debo aclarar que la oposición no pinta nada mejor y que el populismo no es exclusivo del Chavismo. El prof Jose Guerra, economista de reconocida calificación y candidato a diputado por la MUD y su solicitud de restituir el cupo de dólares a viajeros es prueba contundente de ello.

También hay cosas positivas pero….

Pero el gobierno también lanza strikes cada cierto tiempo. La atención a la infraestructura vial bajo la gestión de Haiman el Troudi ha sido uno de ellos. Por otra parte, la política social del presidente Maduro parece haberse enfocado en la continuidad de la expansión de la cobertura de las pensiones de vejez, en la entrega de viviendas a través de la GMVV (por cierto parece que tendrá que cortarse el bigote) en el fortalecimiento de los sistemas de transporte público, y en la dotación de Canaimitas y Tablets a los estudiantes de la educación pública. Aunque cada uno de esos programas carece de sostenibilidad y amparan enormes negociados de corrupción, debo reconocer que el enfoque en un número reducido de programas bandera de fuerte impacto social es preferible a la política del hipermegaestado que impulsó el presidente Chávez cuando los ingresos petroleros lo permitieron. Si el país no se estuviera cayendo a pedazos en todos los demás aspectos de la vida sería un enfoque con méritos. Cuando se inicie el proceso de reconstrucción económica e institucional del país, será perfectamente válido el foco de la política social en un número limitado de programas de alto impacto, incluyendo por supuesto, el sector salud.

… hasta las cosas buenas las hacen mal

Lo que hacen con las manos lo desbaratan con los pies, reza el dicho popular. La entrega de viviendas, la inauguración de obras de infraestructura sin culminar, la distribución de las canaimitas, las pensiones y los autobuses se hace con el evidente propósito de favorecer a los candidatos del gobierno. La fusión entre estado y partido se hace descaradamente evidente cuando un acto de gobierno, como lo es la entrega de tablets a estudiantes de la UNEFA en Guatire, se retrasa hasta que llegue “El Potro Alvarez”, representación del nuevo hombre del Madurismo quien además de llegar con varias horas de retraso, tiene la potestad de dar un discurso político electoral en las instalaciones de la universidad y fungir como una figura del estado a quien se le debe el favor de haber recibido el referido dispositivo. La manera de pagar el favor está clara: votos.

Episodios como este se repiten a diario en todo el país. Desde un mercado a cielo abierto hasta la inauguración de un hospital, son los escenarios propicios para demostrar que lo que el venezolano recibe es gracias a los próceres del PSUV. Lo mismo hace la oposición desde las pocas posiciones de poder que le quedan. Cuenta la leyenda que en Miranda hay un gobernador y aunque nadie lo ha visto en tales funciones, su secretaria de gobierno hace uso descarado de los recursos de la gobernación para su campaña electoral.

Y el más reciente caso de como una buena idea se convierte en algo tremendamente perjudicial para el país: la entrega de los taxis chinos.

El presidente Maduro ha anunciado que antes de terminar el año 2015 se entregarán 10.000 taxis en todo el país. Esta iniciativa, de ser manejada correctamente podría ser de un  impacto económico y social positivo. Desde el punto de vista económico, considerando los potenciales encadenamientos que ofrece el sector automotriz, una demanda garantizada de 10.000 unidades podría reactivar en alguna medida el ensamblaje local. Si a eso le sumamos el hecho de que el estado es propietario de empresas fabricantes de rines, de vidrios, y de moldes de asientos y que además hay un sector privado fabricante de cauchos, baterías y algunas autopartes es perfectamente posible insuflar algo de vida a la cadena de valor automotriz en el país. Para eso se necesita: asignación de divisas (a un precio real, sin subsidio) un precio de venta razonable que otorgue margen de beneficio a los productores y lo más importante, dejar a un lado las taras mentales que pretenden concentrar en el estado los mecanismos de comercialización. El estado cuenta además con banca y empresas de seguros por lo que se podría generar condiciones favorables también en esos sectores. En este esquema, no tendrían que ser 10.000 taxis, podrían ser 30, 40 ó 50 mil ya que la iniciativa se autofinancia y se hace sostenible en el tiempo.

Desde el punto de vista social, dada la precarización del empleo formal, un taxi se convierte en sí mismo en una microempresa, con lo cual se benefician directamente miles de familias sin recaer sobre los hombros del estado semejante carga, más allá de los sacrificios fiscales iniciales y el riesgo asociado al impago y la siniestralidad de los vehículos siendo incluso una oportunidad para darle salida a los excedentes de nómina estatal improductiva que se acumularon en años recientes. Por otra parte, una masiva oferta de taxis influye en la regularización de un servicio que refleja perfectamente el actual desquiciamiento de la economía, afectando a los usuarios y que termina afectando la competitividad de la oferta turística en todo el país.

Pero no. Nada de esto ocurre. Se adjudican los carros bajo un sistema opaco, a los amigos de los amigos. Se pone en las manos de una burocracia comprobadamente corrupta el poder de decidir quién puede acceder a tales beneficios de la renta petrolera. Por otra parte, el presidente ofrece entregar los carros totalmente gratis para evitar la corrupción. ¿Qué le da derecho al presidente de regalar algo que no es suyo? ¿Por qué algunos tienen que pagar y otros no? La política social se convierte en un bingo, una lotería y a quien le salga el número se beneficia. Si no, un amigo militar y una cantidad de efectivo te ayuda a solventar los escollos. Finalmente, el valor agregado nacional de los pocos vehículos que se ensamblan es muy bajo por no decir inexistente.


En fin, lo que se ha hecho es darle más poder a una burocracia corrupta, continuar con el sectarismo y fomentar la búsqueda de la flecha y el contacto como único medio de sobrevivir el desbarajuste en el que vivimos. Es nuevamente la destrucción de la institucionalidad y el despilfarro de los recursos que son de TODOS los venezolanos.

@jhernandezucv