El populismo predomina en la
ideología del equipo –más bien montoneras, tribus- que hoy dirigen los destinos
de Venezuela. La permanente orientación hacia el logro de objetivos electorales
de cortísimo plazo, impide que el gobierno del presidente Maduro asuma de forma
medianamente decente, la enorme responsabilidad de conducir los destinos de
este país. Un conjunto de taras mentales, intereses creados, una debilidad
política considerable y definitivamente las mafias militares y civiles que se
gestaron durante la era del Chavismo imposibilitan un cambio de rumbo de este
país, mi país, tu país. Resulta que en alguna medida y paradójicamente el
gobierno del presidente Maduro nos salió liberal, por aquello de dejar hacer,
dejar pasar.
La nueva reforma a la Ley de
Precios Justos, que de acuerdo a la propaganda oficial hace temblar a
bachaqueros y acaparadores, resume bastante bien todas las características
negativas del gobierno del presidente Maduro y que explica la aparentemente
inagotable sucesión de disparates que emanan desde los poderes públicos. Debo
aclarar que la oposición no pinta nada mejor y que el populismo no es exclusivo
del Chavismo. El prof Jose Guerra, economista de reconocida calificación y candidato
a diputado por la MUD y su solicitud de restituir el cupo de dólares a viajeros
es prueba contundente de ello.
También hay cosas positivas pero….
Pero el gobierno también lanza
strikes cada cierto tiempo. La atención a la infraestructura vial bajo la
gestión de Haiman el Troudi ha sido uno de ellos. Por otra parte, la política
social del presidente Maduro parece haberse enfocado en la continuidad de la expansión
de la cobertura de las pensiones de vejez, en la entrega de viviendas a través
de la GMVV (por cierto parece que tendrá que cortarse el bigote) en el
fortalecimiento de los sistemas de transporte público, y en la dotación de
Canaimitas y Tablets a los estudiantes de la educación pública. Aunque cada uno
de esos programas carece de sostenibilidad y amparan enormes negociados de
corrupción, debo reconocer que el enfoque en un número reducido de programas
bandera de fuerte impacto social es preferible a la política del
hipermegaestado que impulsó el presidente Chávez cuando los ingresos petroleros
lo permitieron. Si el país no se estuviera cayendo a pedazos en todos los demás
aspectos de la vida sería un enfoque con méritos. Cuando se inicie el proceso
de reconstrucción económica e institucional del país, será perfectamente válido
el foco de la política social en un número limitado de programas de alto
impacto, incluyendo por supuesto, el sector salud.
… hasta las cosas buenas las hacen mal
Lo que hacen con las manos lo
desbaratan con los pies, reza el dicho popular. La entrega de viviendas, la
inauguración de obras de infraestructura sin culminar, la distribución de las
canaimitas, las pensiones y los autobuses se hace con el evidente propósito de
favorecer a los candidatos del gobierno. La fusión entre estado y partido se
hace descaradamente evidente cuando un acto de gobierno, como lo es la entrega
de tablets a estudiantes de la UNEFA en Guatire, se retrasa hasta que llegue “El
Potro Alvarez”, representación del nuevo hombre del Madurismo quien además de
llegar con varias horas de retraso, tiene la potestad de dar un discurso
político electoral en las instalaciones de la universidad y fungir como una
figura del estado a quien se le debe el favor de haber recibido el referido
dispositivo. La manera de pagar el favor está clara: votos.
Episodios como este se repiten a
diario en todo el país. Desde un mercado a cielo abierto hasta la inauguración
de un hospital, son los escenarios propicios para demostrar que lo que el
venezolano recibe es gracias a los próceres del PSUV. Lo mismo hace la
oposición desde las pocas posiciones de poder que le quedan. Cuenta la leyenda
que en Miranda hay un gobernador y aunque nadie lo ha visto en tales funciones,
su secretaria de gobierno hace uso descarado de los recursos de la gobernación
para su campaña electoral.
Y el más reciente caso de como
una buena idea se convierte en algo tremendamente perjudicial para el país: la
entrega de los taxis chinos.
El presidente Maduro ha anunciado
que antes de terminar el año 2015 se entregarán
10.000 taxis en todo el país. Esta iniciativa, de ser manejada
correctamente podría ser de un impacto
económico y social positivo. Desde el punto de vista económico, considerando
los potenciales encadenamientos que ofrece el sector automotriz, una demanda garantizada
de 10.000 unidades podría reactivar en alguna medida el ensamblaje local. Si a
eso le sumamos el hecho de que el estado es propietario de empresas fabricantes
de rines, de vidrios, y de moldes de asientos y que además hay un sector privado
fabricante de cauchos, baterías y algunas autopartes es perfectamente posible
insuflar algo de vida a la cadena de valor automotriz en el país. Para eso se
necesita: asignación de divisas (a un precio real, sin subsidio) un precio de
venta razonable que otorgue margen de beneficio a los productores y lo más
importante, dejar a un lado las taras mentales que pretenden concentrar en el
estado los mecanismos de comercialización. El estado cuenta además con banca y
empresas de seguros por lo que se podría generar condiciones favorables también
en esos sectores. En este esquema, no tendrían que ser 10.000 taxis, podrían
ser 30, 40 ó 50 mil ya que la iniciativa se autofinancia y se hace sostenible
en el tiempo.
Desde el punto de vista social,
dada la precarización del empleo formal, un taxi se convierte en sí mismo en
una microempresa, con lo cual se benefician directamente miles de familias sin
recaer sobre los hombros del estado semejante carga, más allá de los
sacrificios fiscales iniciales y el riesgo asociado al impago y la siniestralidad
de los vehículos siendo incluso una oportunidad para darle salida a los
excedentes de nómina estatal improductiva que se acumularon en años recientes. Por
otra parte, una masiva oferta de taxis influye en la regularización de un
servicio que refleja perfectamente el actual desquiciamiento de la economía,
afectando a los usuarios y que termina afectando la competitividad de la oferta
turística en todo el país.
Pero no. Nada de esto ocurre. Se
adjudican los carros bajo un sistema opaco, a los amigos de los amigos. Se pone
en las manos de una burocracia comprobadamente corrupta el poder de decidir quién
puede acceder a tales beneficios de la renta petrolera. Por otra parte, el
presidente ofrece
entregar los carros totalmente gratis para evitar la corrupción. ¿Qué le da
derecho al presidente de regalar algo que no es suyo? ¿Por qué algunos tienen
que pagar y otros no? La política social se convierte en un bingo, una lotería
y a quien le salga el número se beneficia. Si no, un amigo militar y una
cantidad de efectivo te ayuda a solventar los escollos. Finalmente, el valor
agregado nacional de los pocos vehículos que se ensamblan es muy bajo por no
decir inexistente.
En fin, lo que se ha hecho es darle
más poder a una burocracia corrupta, continuar con el sectarismo y fomentar la búsqueda
de la flecha y el contacto como único medio de sobrevivir el desbarajuste en el
que vivimos. Es nuevamente la destrucción de la institucionalidad y el despilfarro de los recursos
que son de TODOS los venezolanos.
@jhernandezucv
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