De lo que estoy consciente:
Sé que ya existe un consenso generalizado entre los opositores en torno a
la opción de boicotear las elecciones presidenciales previstas para mayo 2018.
Entiendo todos los argumentos y estoy más que claro en que con las actuales
condiciones electorales es casi imposible derrotar a Nicolás Maduro y su manejo
déspota y deshonesto de las instituciones y recursos del estado.
Que la directiva del CNE está franca y descaradamente entregada a la tarea
de preservar la permanencia de Maduro en el poder es algo bien sabido. Que la capacidad
logística del estado, y grupos mercenarios, tanto de las FFAA como de civiles organizados
con el propósito de compartir el monopolio de la violencia están a la orden de
Maduro y de su pandilla, es algo de lo que también estamos plenamente
consciente.
Mi razonamiento para ir a votar es bastante simple y se fundamenta en dos
premisas básicas:
· El país,
mi familia y amigos (los que quedan en el país) no aguantamos seis años más de
Nicolás Maduro y su secta desangrando y devastando lo que queda de país.
· No
puedo ni quiero esperar pasivamente la confluencia de factores ajenos a mi rango de
acción individual para que me suministren una solución a la terrible situación que
vivimos. Mi rango de acción como ciudadano es limitado y más allá del voto es
muy poco lo que individualmente puedo hacer para desalojar del poder a los
delincuentes que hoy gobiernan.
Lo que también sé:
Sé que la inmensa mayoría del país se opone a Nicolás Maduro, y que incluso
dentro de las filas del Chavismo se encuentran en espera de oportunidad para
salir de la miseria esclavizante que representa su gobierno.
Lo que creo:
Que el liderazgo opositor se equivoca cuando evalúa la capacidad de
chantaje del gobierno a través del carnet de la patria y las presiones a
pensionados, empleados públicos entre otros grupos “beneficiarios” de las
políticas sociales. En realidad, hay millones de personas dentro de estos
grupos que van a ir a votar obligadas por el chantaje de perder lo poco que
reciben o aspiran recibir, sin embargo, la mayoría de la gente está consciente
de que el voto es secreto, por lo que una candidatura opositora bien podría
sacar una cantidad importante de votos incluso dentro de esta población
chantajeada por el oficialismo.
Que hay que forzar al enemigo a que se equivoque. Que el CNE, las rectoras
y las vergonzosas Fuerzas Armadas deben ser forzadas a demostrar su verdadero
talante tramposo y deshonesto en lugar de entregarles con nuestra ausencia, la
posibilidad de quedarse en el poder sin siquiera esforzarse en robarlo.
Que, en el liderazgo del Chavismo, unido circunstancialmente en su tarea de
continuar saqueando el país, existen serias divisiones que deben ser
aprovechadas. Una nueva demostración de fuerza y participación mayoritaria de
los opositores podría contribuir a que la pelea entre capos del PSUV se
agudice, responsabilizándose entre ellos por la derrota en determinados estados
y por el debilitamiento del Chavismo como fuerza hegemónica.
Lo que no creo:
No creo que haya una posibilidad real de derrotar a Maduro dado el control
institucional que mantiene sobre el CNE y las Fuerzas Armadas pero si se puede
generar un sólido sacudón que debilite las frágiles bases de apoyo de su
gobierno, dejando a la oposición en una mejor condición para enfrentar la
embestida gubernamental, que la que tendría simplemente por abstenerse y
centrar su esperanzas en una comunidad internacional que tiene sus propios
problemas y que bien podría cambiar en su correlación de fuerzas hacia el
pro-Madurismo.
Por todo eso hay que salir a votar, no porque vayamos a sacar a Maduro esta
vez, sino porque con eso podemos ayudar a debilitar la coalición mafiosa del
CNE, partido, Fuerza Armada y TSJ que lo sostiene, y en este momento, eso es
mucho decir.
@jhernandezucv