EL SUPERMERCADO COMO CAMPO DE BATALLA
Busco en Sun Tzu, en Clausewitz,
en Bolívar, en El Príncipe y nada, debo
crear mi propia estrategia…
Viernes 30/08/2013, lugar, mi
cama
Estoy desvelado, planeando en mi
mente los detalles de la operación de mañana., sin duda, de las más difíciles
que se me han presentado en los últimos tiempos.
La misión: hacer mercado un día de quincena
La tropa: Mis dos hijos y mi esposa.
El campo de batalla: luego de revisar cuidadosamente las opciones,
he tomado la arriesgada decisión de conducir esta gloriosa batalla en el
Hipermercado Central Madeirense de Guatire donde, según fuentes de inteligencia
dignas de confiar –espero que más confiables que las que denunciaron armas de
destrucción masiva en Iraq- han detectado una rara conjunción de hechos dignos
de verificar: me han anunciado una posible disponibilidad de leche, azúcar y
harina. Todo en un mismo sitio y al mismo tiempo. Uhmm vale la pena hacer una
incursión, a riesgo de sacrificar mi sábado.
Objetivo: Procurar hacer un mercado que alcance por lo menos para
una semana –la frecuencia de estas batallas desmoraliza a la tropa- y durar
menos de medio sábado haciéndolo.
Riiiiin: toda la tropa en pie a
las 7:00am, Tiburón 1 y 2, a mi hija no le gustan los tiburones así que se
autodenominó Fresita 1. Aún cuando el sueño los derrota, saben de la
importancia de desplegarnos para poder comprar 4 kilos de azúcar, de lo
contrario tendrán que ir cada dos días a comprar a la bodega más cercana. El
compromiso y la moral de la tropa están elevados…
La complejidad de la batalla es
enorme, los suministros son escasos, hay al menos 200 ejércitos más, algunos
llevan viejitos en andaderas y silla de ruedas con para que cada uno cargue un
kilo de azúcar adicional y ver si los dejan pasar por la caja preferencial ¡JAJA!,
la caja preferencial de ese supermercado es un chiste, malos estrategas
definitivamente.
Otra dificultad es que el
personal ¿gerencial? de ese establecimiento ha desarrollado un sistema de
camuflaje impresionante: no hay forma de conseguir a ningún trabajador de ese
negocio, quizá están atrincherados, mimetizados, esperando escurrirse, salir
bien librados del acecho de las tropas que sin clemencia preguntan ¿done esta
la harina Pan?
Arribamos al sitio a las 8:00am
hora a la que las tropas enemigas, en lugar de comenzar a trabajar, comienzan a
llegar, luego a desayunar. Nos desplegamos –nótese que en los últimos tiempos
el lenguaje de los funcionarios públicos se ha transformado, ya no forman
comisiones y subcomisiones, ahora son estados mayores, comandos operativos,
salas situacionales etc- Tiburón 1 a los pasillos de artículos de limpieza,
Tiburón 2, a hacer la cola de charcutería ¡La cola es de 100 metros, oficial
anulado! Fresita 1 se insubordina y va directo al pasillo de cereales, para
apertrecharse ingenuamente, sin saber que las condiciones adversas le deparan
una sorpresa: no hay leche para comerse ese cereal.
Yo coordino todo desde mi silla
de ruedas, paseando insistentemente cerca de las registradoras a ver si
encuentro una con menos de 2.000 personas, esfuerzo inútil. En este país LOTTT,
de cuarenta cajas sólo funcionan 17. Funcionar es un decir, me refiero a que
hay 17 cajas con una persona que parece ser el cajero, la realidad es que la
cola no avanza nada.
Me planto en una de las colas,
sin carrito, poco a poco llegan mis tropas cada una con su carrito a medio
llenar, desmoralizadas y lo van vaciando en uno sólo. Le doy la orden de descansar, rompen filas y se van
al carro a escuchar música. Mi esposa y yo quedamos, haciendo la cola uno,
buscando las cosas que se nos ocurren el otro –revisa a ver si consigues
Listerine-, ella va, busca con calma y con resignación… total, tenemos al menos
una hora en la cola para pagar para volver a insistir a ver si han llegado las
otras cosas que semana tras semana hemos buscado sin éxito –revisa si hay
pollo, si hay pañales, si hay cloro, jabon de baño.
La misión ha sido un éxito
parcial, tenemos provisiones para tres días, aunque hemos gastado un sueldo
mínimo… Venimos otra vez entre semana a ver, me dice mi esposa…
Ni Tsun Tzu ni Clausewitz, yo
mismo soy
@jhernandezucv
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