viernes, 6 de septiembre de 2013

EL SUPERMERCADO COMO CAMPO DE BATALLA



EL SUPERMERCADO COMO CAMPO DE BATALLA

Busco en Sun Tzu, en Clausewitz, en Bolívar,  en El Príncipe y nada, debo crear mi propia estrategia…

Viernes 30/08/2013, lugar, mi cama
Estoy desvelado, planeando en mi mente los detalles de la operación de mañana., sin duda, de las más difíciles que se me han presentado en los últimos tiempos.
La misión: hacer mercado un día de quincena
La tropa: Mis dos hijos y mi esposa.
El campo de batalla: luego de revisar cuidadosamente las opciones, he tomado la arriesgada decisión de conducir esta gloriosa batalla en el Hipermercado Central Madeirense de Guatire donde, según fuentes de inteligencia dignas de confiar –espero que más confiables que las que denunciaron armas de destrucción masiva en Iraq- han detectado una rara conjunción de hechos dignos de verificar: me han anunciado una posible disponibilidad de leche, azúcar y harina. Todo en un mismo sitio y al mismo tiempo. Uhmm vale la pena hacer una incursión, a riesgo de sacrificar mi sábado.
Objetivo: Procurar hacer un mercado que alcance por lo menos para una semana –la frecuencia de estas batallas desmoraliza a la tropa- y durar menos de medio sábado haciéndolo.

Riiiiin: toda la tropa en pie a las 7:00am, Tiburón 1 y 2, a mi hija no le gustan los tiburones así que se autodenominó Fresita 1. Aún cuando el sueño los derrota, saben de la importancia de desplegarnos para poder comprar 4 kilos de azúcar, de lo contrario tendrán que ir cada dos días a comprar a la bodega más cercana. El compromiso y la moral de la tropa están elevados…
La complejidad de la batalla es enorme, los suministros son escasos, hay al menos 200 ejércitos más, algunos llevan viejitos en andaderas y silla de ruedas con para que cada uno cargue un kilo de azúcar adicional y ver si los dejan pasar por la caja preferencial ¡JAJA!, la caja preferencial de ese supermercado es un chiste, malos estrategas definitivamente.
Otra dificultad es que el personal ¿gerencial? de ese establecimiento ha desarrollado un sistema de camuflaje impresionante: no hay forma de conseguir a ningún trabajador de ese negocio, quizá están atrincherados, mimetizados, esperando escurrirse, salir bien librados del acecho de las tropas que sin clemencia preguntan ¿done esta la harina Pan?
Arribamos al sitio a las 8:00am hora a la que las tropas enemigas, en lugar de comenzar a trabajar, comienzan a llegar, luego a desayunar. Nos desplegamos –nótese que en los últimos tiempos el lenguaje de los funcionarios públicos se ha transformado, ya no forman comisiones y subcomisiones, ahora son estados mayores, comandos operativos, salas situacionales etc- Tiburón 1 a los pasillos de artículos de limpieza, Tiburón 2, a hacer la cola de charcutería ¡La cola es de 100 metros, oficial anulado! Fresita 1 se insubordina y va directo al pasillo de cereales, para apertrecharse ingenuamente, sin saber que las condiciones adversas le deparan una sorpresa: no hay leche para comerse ese cereal.
Yo coordino todo desde mi silla de ruedas, paseando insistentemente cerca de las registradoras a ver si encuentro una con menos de 2.000 personas, esfuerzo inútil. En este país LOTTT, de cuarenta cajas sólo funcionan 17. Funcionar es un decir, me refiero a que hay 17 cajas con una persona que parece ser el cajero, la realidad es que la cola no avanza nada.
Me planto en una de las colas, sin carrito, poco a poco llegan mis tropas cada una con su carrito a medio llenar, desmoralizadas y lo van vaciando en uno sólo. Le doy  la orden de descansar, rompen filas y se van al carro a escuchar música. Mi esposa y yo quedamos, haciendo la cola uno, buscando las cosas que se nos ocurren el otro –revisa a ver si consigues Listerine-, ella va, busca con calma y con resignación… total, tenemos al menos una hora en la cola para pagar para volver a insistir a ver si han llegado las otras cosas que semana tras semana hemos buscado sin éxito –revisa si hay pollo, si hay pañales, si hay cloro, jabon de baño.
La misión ha sido un éxito parcial, tenemos provisiones para tres días, aunque hemos gastado un sueldo mínimo… Venimos otra vez entre semana a ver, me dice mi esposa…
Ni Tsun Tzu ni Clausewitz, yo mismo soy

@jhernandezucv


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