viernes, 4 de octubre de 2013

De mi incursión en los bajos fondos



Otra vez estoy desvelado. Otra vez insomne, y esa bendita idea me sigue dando vueltas en la cabeza. No puedo tomar esta decisión yo sólo, así que despierto a mi mujer:
- Mami, Mami psst, despiértate –Asumo el riesgo de interrumpirle el sueño a esa fiera-
-         -  Qué pasa?
-         - Necesito que me des tu opinión sobre un negocio que mes están ofreciendo
-     - ¿Y no puedes esperar a mañana?. Como es bien sabido, la última hora de sueño antes de levantarse es siempre la más placentera, su interrupción injustificada puede ser razón suficiente para una expedita sentencia de divorcio.
- Le cuento. Me están ofreciendo unos kilos, pero tengo que buscarlos en un barrio bajo en Oriente y traerlos a Caracas, los míos y los del tipo que me los está consiguiendo
-          - QUEEEE? Y salta a encender la luz
-          - Baja la voz!, alguien puede escucharnos -le digo en un susurro desesperado-
- ¿Tu eres loco? Ni de vaina…
- Mami, piénsalo, así finalmente podremos hacer las reparaciones que la casa necesita. –Se que el instinto femenino siempre responde a estímulos sobre el acondicionamiento de la casa-. Es el mismo instinto que les lleva a invertir fortunas en cortinas y sábanas cuando uno lo que quiere es un blu-ray ó un televisor más grande.
-          - Umm y cuál es el riesgo? –pregunta un poco más receptiva a la idea-
- No creo que la autoridades sean un riesgo, de hecho, quien los vende es un guardia nacional al que le tocó su parte de un cargamento que decomisaron a una gandola en un operativo. En VTV lo anunciaron como el decomiso de 20 toneladas, pero en realidad fueron 35. Al guardia en cuestión le tocaron ni más ni menos que 425 kilos.
- Mi temor es que, siendo un cargamento tan preciado, una mercancía potencialmente valiosa, el mismo que me la vende me vaya a mandar a seguir, a quitarme lo mío más adelante. ¿Cárcel por eso? No creo, seguro me quitan la merca y me dejan ir.
-          - Bueno hagámoslo. ¿te acompaño?
-         - No, es mucho riesgo. Quédate con los niños y espera mi llamada, le digo con tono de despedida, de héroe que se sacrifica por un bien mayor. Dile a los niños que los amo (snif)
-      - Bueno cuídate mucho. Lo que me alegra es que por fin podremos hacer las reparaciones que no hemos podido hacer. Parece que es la única forma de que lo hagamos. Tanto tiempo esperando por eso. ¿Puedo contarle a mi mamá? Debe emocionarse.
- Si quieres cuéntale para que vaya preparando todo.
Finalmente podré darle a mi esposa la satisfacción de frisar unas cuantas paredes y alisar algunas imperfecciones de la pared de la sala. Gracias a que encontré una flecha que me consiguiera tres sacos de cemento. Sin duda soy un privilegiado, si un grupo de motorizados se enterara de lo valioso de la carga que llevo, seguro que me saquean en la primera oportunidad que tengan. Menos mal que soy un tipo resteado.



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