Los
Comités Locales de Producción y Abastecimiento no son en modo alguno, una
política social, una política alimentaria y mucho menos una política económica.
Son todo eso y más. Los CLAP se han establecido como un paradigma mental en
parte de la población y en últimas, es la expresión práctica de todo cuanto
condensa el chavismo-Madurismo como fenómeno político y cultural.
Los
CLAP concentran todos los males no sólo de un modelo social asistencialista
que, en absoluto ha sido creación del chavismo pero que sin duda fue exacerbado
por este, hasta situaciones nunca antes vistas. También incorpora nuevos rasgos
en nuestra sociedad, que responden fundamentalmente a la visión chavista de lo
que es el pueblo venezolano y el rol del estado en la sociedad.
Los CLAP como una
expresión de ideología Chavista
Quiero
aclarar –aunque no parezca necesario- que no tengo absolutamente nada en contra
de la militancia del chavismo. Mis seres más queridos, buena parte de mis
amistades y personalidades a las que respeto son o han sido chavistas, de modo
que el uso de los términos chavismo o
chavista no tiene nada de peyorativo o despectivo.
Al
referirme a la ideología Chavista me refiero fundamentalmente a la ideología de
la dirigencia política que en mala hora vino a hacerse del poder para llevar al
país a la situación más miserable que país alguno de Latinoamérica haya vivido
en tiempos de paz, desde la llegada de Colón a estas tierras.
Los
CLAP revelan en primer lugar, la visión de la cúpula gobernante respecto al rol
del estado y de la Fuerza Armada, para la atención de determinados problemas.
Se cree –asumamos que por buena fe y no por el ingente negocio que representa-
que el estado tiene la capacidad logística de llegar periódicamente a cada hogar
del país con una cantidad de alimentos que cubran las necesidades de las
familias. No es difícil adivinar que incluso si esta tarea fuera realizada por
una legión de arcángeles es una opción difícil de implementar, operativamente
compleja, costosa y sobre todo muy ineficiente desde el punto de vista de los
recursos utilizados y su impacto real en los beneficiarios.
Los
CLAP revelan también la concepción de la montonera gobernante sobre lo que es
el estado y sus instituciones, el gobierno y el partido. Los CLAP no son una
institución del estado, sino que se escuda bajo el atractivo nombre de “pueblo
organizado” para aplicar los criterios de administración de una escasez
artificialmente provocada tras una década de medidas económicas erradas. Ese
pueblo organizado no es más que la más activa militancia del PSUV quienes como
es lógico, aseguran para su familia primero, la asignación de las migajas que
de cuando en cuando se asignan a los ciudadanos.
Los
CLAP revelan igualmente, las ideas sobre el funcionamiento de la economía que
tienen quienes dirigen el país. Cuando se considera –bien sea por convicción o
por alguna asesoría Ibérica remunerada en moneda dura- que el gran problema de
la escasez se resuelve a través de la distribución y no a través de la oferta
agregada (producción nacional + bienes importados) nos encontramos en presencia
de una descomunal tara mental que bloquea cualquier atisbo de recuperación en
el corto plazo.
Los
CLAP evidencian –una vez más- el desprecio que la pandilla gobernante siente
por el sector privado y su participación en el proceso de producción y
distribución de bienes y servicios. No importa cuántas mesas, reuniones,
conferencias y acercamientos se realicen, la realidad es que el rol del sector
privado y las capacidades productivas de cualquier forma de organización no
gubernamental, serán saboteadas y perseguidas hasta su extinción, bien sea por
acción u omisión ya que sencillamente, no entran en el esquema mental de
quienes gobiernan. Esa alergia a lo privado –siempre es bueno recordarlo- sólo
aplica al sector privado nacional, por cuanto los jugosos negocios que florecieron
a la sombra de un creciente volumen de importaciones estatales, se cuadraron –o
se triangularon- con empresas privadas de nuestro países socios, incluyendo la
de los ideológicamente afines.
Evidentemente, los CLAPS son una expresión
brutal del desconocimiento alevoso del sistema de precios como parte fundamental
de los procesos económicos.
Los
CLAP son excluyentes por diseño, por cuanto se apoyan supuestamente en los
Consejos Comunales, una estructura que no necesariamente existe en todos los
rincones del país y que en su mayoría, funcionan muy mal. Urbanizaciones
tradicionalmente opositoras o bajo la etiqueta de ese espectro cultural
conocido como “clase media” quedan al margen de ese mecanismo de distribución sin
otra opción que el bachaqueo. Bachaqueros o hambre, esa es la cuestión.
La
sola idea de los CLAP atenta contra la más básica idea de lo que es el espacio
de decisión y acción individual de cada ciudadano. Bajo la estrategia de los
CLAP lo ciudadanos no comen lo que necesitan o pueden pagar. Mucho menos comen
lo que quieren, les gusta o les provoca. Comen simplemente lo que el burócrata
de turno decide, en la cantidad que lo decide y con la frecuencia en que este
decida. El papel del ciudadano se limita a soportar estoica y obedientemente
horas de cola, y a hacer el milagro de la multiplicación de los alimentos –no el
milagro que dijo Nicolás- para rendirlos hasta la próxima ocasión en que sea
estratégicamente necesario para el partido organizar alguna otra jornada para -rodeado
de simbología partidista, canciones de Alí Primera e inflables con la figura de
Chávez- asignar una nueva bolsa de comida.
El
poder que desarrolla toda la fauna burocrática y partidista que controla la
administración discrecional de la escasez de alimentos es considerable: los
ciudadanos que pretendan recibir la bolsita de comida deben andarse por el
carril, sin cuestionar mucho las decisiones que, por su bien, toma el
presidente, alcalde, gobernador, diputado, concejal o presidente/gerente de alguna
empresa estatal. Una foto sonriente para ser divulgada por twitter recibiendo
una ración de mortadela a precio justo es parte de la sumisión ciudadana
necesaria para llevar algo a la mesa.
Y
he allí la característica que distingue a los CLAP de otras políticas
asistencialistas al estilo Adeco desarrolladas en el país desde el Plan de
Emergencia de Larrazábal: la obediencia debida del ciudadano a los gobernantes,
una concepción cuartelaria y militarista que Chávez naturalmente tenía por
formación, y que lo llevó a considerar al pueblo como una tropa obediente y
disciplinada, y a las instituciones de la sociedad civil –universidades,
sindicatos, gremios, empresas- como subalternos que debían obediencia no
beligerante quien disfrutaba del mayor rango de la sociedad por voluntad
popular. Si no hay obediencia y disciplina, no hay CLAP, así de simple.
Pero los CLAP han
triunfado
Aunque
son la peor política pública concebida en Venezuela desde los tiempos de la
Colonia, los CLAP han triunfado. Obviamente no solucionan el problema del
hambre- estoy seguro que no es el objetivo- ni mejoran la producción ni el
abastecimiento pero se han instalado en nuestro cerebro como un virus
informático que ha terminado modificando el modo de pensar de buena parte de la
población y revelando el chavismo-adequismo subyacente en el pensamiento de
otro tanto, incluso de personas que se consideran opuestas al chavismo.
Los
CLAP triunfan como modelo cuando una discusión de vecinos se centra en las
virtudes de la bolsa bien resuelta que entregaron en un sitio en comparación
con otra bolsa más escuálida. La mentalidad CLAP se impone cuando el esfuerzo
realizado es por mejorar un sistema de distribución que simplemente no debería
existir. Los CLAP reinan cuando la mayor
aspiración de una familia es aumentar la frecuencia de la bolsa sin cuestionar
la miserable situación que justifica la existencia de la bendita bolsa.
Los
CLAP son el mecanismo más corrupto, ineficiente, arbitrario y excluyente que
haya podido diseñarse para paliar el hambre en Venezuela. Un gobierno
medianamente decente lo enfocaría en suplir a los sectores más necesitados y
permitir la comercialización en los sistemas regulares de abastecimiento para
el resto de la población, que podría dedicar más tiempo al trabajo, el estudio,
el esfuerzo y la superación para sobrevivir a la crisis en lugar de plegarse a
la cuasi mendicidad que los CLAP significan y que deterioran aún más, las
posibilidades de desarrollo del país en el mediano plazo.
@jhernandezucv
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