Me voy a quedar yo sólo en esta
idea. No creo que nadie la apoye. Ni los economistas pro gobierno (donde quiera
que estén) y mucho menos los opositores: Hay que defender el concepto de CADIVI
como un instrumento válido de política económica.
Defender a CADIVI, no implica
defender el actual modelo económico, entendiendo este como un concepto más allá
de lo cambiario. CADIVI es desde mi punto de vista, una valiosa herramienta
para avanzar hacia una economía planificada, menos sujeta a ataques
especulativos contra la moneda y menos anárquica en cuanto al comercio
exterior: desde CADIVI ó cualquier otro nombre que se le quiera poner al
satanizado control de cambios, es posible introducir una serie de incentivos a
la economía real del país, esa que es la verdadera causa de las distorsiones,
esa cuya enfermedad no quiso atacarse y que hoy se ha agravado, no por causa de
CADIVI, punto en el que hoy coinciden Tirios y Troyanos sino, por la
“inconveniencia política” de tomar algunas medidas, y de no tomar otras.
Lo primero que debo decir es que,
el hecho de implantar la necesidad de estar solvente con impuestos, seguro
social entre otros, para acceder a CADIVI hizo que la recaudación fiscal y
parafiscal se disparara a niveles nunca visto, ayudando a fortalecer el estado
como actor económico. Si bien es cierto que es un elemento burcocrático
adicional, es cierto también que el mensaje de sostenibilidad, de permanencia
en el tiempo y de capacidad técnica y solvencia en cuanto al suministro de los
volúmenes que el mercado requería, contribuyó a dirigir una importante suma de
bolívares que antes se dirigían al mercado cambiario, a la inversión interna,
tanto financiera (el boom de la bolsa de valores) hasta la inversión
inmobiliaria entre otros. Fueron años de un importante crecimiento económico, a
pesar de CADIVI.
Luego, se le salió una rueda a la
carreta. El gobierno en el medio de la guerra permanente con el sector privado
(justificada o no) fue imponiendo alcabalas, restricciones varias sobre el
acceso a las divisas, y lo más grave de todo, pretendió que la congelación del
tipo de cambio y de precios de muchos productos, era una medida viable para
abatir la inflación, llegando al extremo de decir que no había inflación porque
“muchas familias compran en mercal, y en mercal no hay inflación”. Nótese que
ataco al congelamiento de los precios, no al control de precios, al que
considero un mecanismo viable. En resumen, a la pretendida destrucción de la
rentabilidad de la actividad privada, mediante la congelación de precios, y la
restricción de oportunidades para la inversión en sectores como el
inmobiliario, se le sumó una política de expropiación de empresas, -algunas
justificadas, otra no tanto, otras para nada-,- que le ha drenado a Venezuela
miles de millones de dólares y que hoy son un desastre muchas de ellas, no sólo
en términos financieros, ámbito en el que la metáfora de “saco roto” se queda
corta, sino en términos del beneficio social que ofrecen, expresado en calidad
de servicio, y disponibilidad del producto o servicio anteriormente en manos
privadas.
Esa solvencia fiscal, que era una
ilusión –no por falsa sino por insostenible- llevó al gobierno del presidente Chávez
a pretender ignorar las leyes de la economía. Nótese que digo que las ignoró o
pretendió ignorarlas porque en realidad nunca las negó, solamente se dedicó a
tapar la realidad, bien sea por la vía legal ó a punta de realazos, desplegando
subsidios en bolívares y en dólares a diferentes agentes económicos, elevando
la nómina improductiva estatal y cubriendo el país de cientos de proyectos
productivos fracasados, e iniciando obras de infraestructura incosteables en
coyunturas de menor ingreso petrolero. Proyectos inviables como el metro entre
Guarenas Guatire, convertido más que en saco roto, en hoyo negro y en un
monumento a la improvisación, la ineficiencia y la corrupción es un claro
ejemplo de ello.
Para redondear la idea. La
economía real, por una parte, una demanda exacerbada por toda clase de
subsidios y precios congelados, incluyendo la tasa de cambio, que no es otra
cosa que un precio, por otra parte, una oferta disminuida, unas expectativas
negativas para la inversión, una creciente cantidad de bolívares circulando,
era natural que se dirigieran contra el mercado cambiario. Pensar que no sería así,
no es sólo ignorancia de la historia económica de los últimos 60 años, sino manifestación
de una conmovedora candidez.
¿Que papel jugó CADIVI en formar
todo este desbarajuste? CADIVI no tuvo incidencia en el establecimiento de la
tasa de cambio y su congelación, causa principal de todo el problema. Tampoco
tuvo injerencia en la política fiscal, que ha llevado el gasto y el déficit a
registros colosales, con muy poca eficiencia, como puede reconocer hasta el más
fanático. Tampoco tuvo influencia en una política petrolera que ha privilegiado
intereses de todo tipo, excepto del tipo económico, que ha provocado que el
país con las mayores reservas petroleras del mundo, produzca y exporte hoy
menos crudo que hace 10 años, por no hablar de la cobranza de ese petróleo, la
cual hemos venido recibiendo en toda clase de frijoles y hasta con clases de
Ingles, como el convenio con Jamaica. Eeeexitooo
CADIVI no tuvo participación en
el diseño de la política Internacional, que –quien lo duda- ha drenado miles de
millones de bolívares en la compra de bienes a países “amigos” –mejor dicho a las
empresas privadas de esos países amigos- de bienes que en alguna medida
hubiesen podido producirse internamente, y no me refiero sólo a las empresas
privadas locales, archienemigos del rrrregimen.
CADIVI tampoco tiene que ver con
el diseño del estado, que ha llevado a PDVSA a diversificarse en un rango de
negocios tan amplios y disímiles como siembra de soya, producción de yogures,
fabricación de barcos, educación media y diversificada y pare usted de contar.
CADIVI no tuvo influencia en el diseño de una
política industrial consistente en poblar el territorio de galpones de
industrias “LEGO” donde, en el mejor de los casos, se ensamblan con mano de
obra local –eso espero- componentes 100% importados. Esas empresas son una fuga
de dólares, por más que el ministro Menendez, el Winston Vallenilla del
gabinete como llegó a decirle el presidente Maduro, anuncie records de
producción que nadie ve y nadie conoce.
Un ejercicio de imaginación me
hace pensar que si el gobierno deja deslizar el tipo de cambio a un valor real,
subsidiando donde sea estrictamente necesario, nada de esto estuviera pasando.
No son los raspacupos ni los viajeros seres de alma oscura motivados por una
infinita maldad, son las oportunidades de arbitraje que ha generado una
política económica deficiente, recubierta por el patrioterismo de una supuesta
defensa del valor del Bolívar, lo que nos ha llevado a este punto.
Y hoy culpan a CADIVI, al
organismo que simplemente se limita a entregar los dólares. Cuestionar este
instrumento por sus cuestionables resultados ó por la corrupción que hoy se
evidencia como nunca, equivale a cuestionar la nacionalización del petróleo o
la democracia, o al socialismo, o cualquier otra cosa en cuyo defensa, se haya
tomado la destrucción de CADIVI ó el control de cambios como punto de honor.
Econ. Javier Hernandez
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