En otras oportunidades me he referido a la crítica situación económica que enfrenta el país en este 2015, especialmente por la caida del precio del petróleo, pero en general por un conjunto de reiteradas malas decisiones del gobierno en materia económica y una visión profundamente errada sobre el rol del estado en la sociedad, el papel del sector privado, de los ciudadanos y en general, del marco de incentivos que se genera en una dinámica económica compleja, como cualquier sociedad moderna.
En esta ocasión quiero hacer unos nuevos comentarios sobre el SIMADI, el nuevo mecanismo cambiario que el gobierno nacional diseñó como una alternativa para la adquisición de dólares en el contexto del control de cambios vigente en el pais desde 2003.
Lo primero que hay que decir, es que este nuevo ensayo nace con un plomo en el ala: una disponibilidad de dólares por exportación que roza el 50% de lo que se dispuso en 2014. Adicionalmente está concebido como un sistema "marginal", es decir, que el grueso de la demanda de divisas estaría atendido por los sistemas CENCOEX con una absurda tasa de Bs. 6,30 por dólar y por un reformado SICAD que hasta la fecha no ha convocado la primera subasta y que fluctuaría entre Bs. 12 y Bs. 52 aproximadamente. Entre esos dos sistemas se atendería el 100% de las necesidades de divisas para importaciones, mientras que SIMADI atendería una minúscula fracción de necesidades, repatriación de capitales, remesas etc.
Allí comienzan a verse las costuras del sistema: creer que la repatriación de capitales por ejemplo, es una porción "marginal" es un error garrafal. La prolongada restricción para la repatriación de capitales a lo largo de estos años, ha producido una enorme acumulación de bolívares en manos de empresas trasnacionales que, de volcarse en el mercado libre, y en ausencia de una oferta constante y suficiente de divisas, podrían llevar la cotización del dólar a niveles estratosféricos. Un dólar a Bs. 300 no es descabellado en este escenario. Al respecto, vale la pena considerar que solo un pequeño grupo de empresas extranjeras mantienen en sus balances posiciones activas en bolívares que superan los 7 millardos de dólares. Sólo las aerolíneas tendrían cerca de 4 millardos.
http://www.finanzasdigital.com/2015/02/la-devaluacion-del-bolivar-castigara-la-presencia-de-empresas-de-eeuu-en-el-pais/
Pero no es sólo la repatriación de dividendos, las operaciones de cobertura y la búsqueda de preservación -via divisas- del patrimonio familiar en un escenario de previsible elevada inflación. Los problemas del SIMADI los originan en gran medida los otros mecanismos cambiarios, hasta ahora CENCOEX y SICAD.
En cuanto a CENCOEX, la insistencia del gobierno en mantener un tipo de cambio fijo, desquiciadamente sobrevaluado en un contexto de menor disponibilidad de dólares, hace pensar con sobrada razón que las restricciones para acceder a las divisas bajo ese sistema será poco menos que imposible. Ni hablar de la corrupción implícita en semejante beneficio. Todos apuestan -y con razon- a que el sistema colapsará.
Respecto al SICAD, el gobierno se decantó por el peor de los escenarios: un mecanismo de subastas que hace simplemente imposible para cualquier empresa productiva planificar la procura de sus materiales, la producción, inversiones, costos etc. La experiencia del SICAD1 con subastas intermitentes, improvisadas, incompletas incrementa la presión sobre el SIMADI. Las empresas no saben cuando las convocan a participar, además reciben sólo una fracción de sus necesidades sin saber cuando tendrá otra oportunidad, sin conocer los criterios de asignación y sin poder demandar para todos sus insumos. Un fracaso
Para cerrar con la caracterización, el asunto crucial respecto al SIMADI: la oferta de divisas. Como hemos visto, la demanda de divisas tiene bastante combustible mas no así la oferta. No es secreto para nadie que la principal fuente de divisas del pais es PDVSA. El gobierno ha manifestado que espera que otros actores privados participen como oferentes en el sistema, lo cual es sumamente difícil en un entorno de tasas de interés activas negativas, que permitirían a cualquier empresa extranjera, financiar del modo más barato imaginable, el componente nacional de sus gastos de operación. En resumen, si no hay participación activa de PDVSA, el sistema colapsará pronto, a menos que el precio del dólar pueda reflejar el desbalance del mercado, lo cual es poco probable, dadas las implicaciones que esto tiene en la formación de precios internos y por tanto, en la aceleración de la inflación.
Viendo el vaso medio lleno:
Pero no todo está perdido. Si bien el gobierno eligió el peor de los arreglos posibles para el sistema cambiario, y a pesar de que insiste en postergar otras medidas importantes, existen posibilidades para mejorar sustancialmente algunas situaciones con el instrumental disponible, de tal modo que en una próxima ronda de anuncios de reforma económica, -bien bajo este gobierno o con diferentes actores- la situación económica interna, en particular los desórdenes monetarios y el déficit fiscal, sean problemas de una menor magnitud a la que actualmente presentan.
En cuanto al asunto monetario consideremos lo siguiente: La última vez que Don Merentes nos hizo la caridad de publicar el balance monetario del BCV, esta institución mantenía 643 millardos de bolívares como cuentas por cobrar a empresas públicas no financieras. En términos concretos, ese es el monto del déficit de PDVSA principalmente que hasta la fecha había monetizado el BCV por impresión de dinero sin respaldo. Para poner en contexto, esa magnitud representa aproximadamente el 30% de la liquidez en la economía en la actualidad.
Cuales son las opciones para el gobierno?
Aunque sería descaradamente fiscalista y un reconocimiento del odiado paralelo, el gobierno tiene la posibilidad de aprovecharse del desquiciamiento de la economía para, a través de una estrategia coordinada entre el BCV, PDVSA, y la Tesorería Nacional, participar en el SIMADI para cubrir los déficit en bolívares que presenta la gestión fiscal, contribuyendo además, a la corrección de algunos desórdenes monetarios.
Los problemas monetarios ocasionados por la monetización del déficit tienen su origen en la necesidad que tiene PDVSA de cubrir crecientes gastos en bolívares, mientras se encuentra obligada a vender sus estables ó decrecientes ingresos en dólares a una tasa fija, congelada, con la finalidad de subsidiar al resto de la sociedad una ilusión de prosperidad. En este sentido, SIMADI abre la posibilidad de que una participación más o menos modesta de PDVSA en este mercado, le permita el oxígeno necesario para cubrir sus compromisos internos sin tener que recurrir al financiamiento monetario del BCV. Podría darse el caso incluso, de pagarle al BCV buena parte del crédito recibido, reduciendo así la liquidez excedente de la economía.
En diferentes escenarios que he preparado, una intervención sostenida de PDVSA en el SIMADI, ofertando unos 3 millardos de dólares, podría situar la tasa alrededor de Bs. 140 -150 por dólar en promedio durante el 2015. Veamos esa cifra en contexto:
- A una tasa de Bs. 140 en promedio, PDVSA podría capturar recursos por Bs. 420 millardos. Eso equivale a dos veces los gastos en bolívares previstos por la Gran Misión Vivienda Venezuela para el año 2015. Como se sabe, es PDVSA fundamentalmente quien financia esa misión.
- A la referida tasa, los recursos capturados por PDVSA equivaldrían al 65% del pasivo con el BCV. Cualquier amortización se traduce en una reducción de la base monetaria.
Por supuesto que esta posibilidad es un escenario hipotético que habría que evaluar con mayor detenimiento, en especial el ritmo de participación de PDVSA en el SIMADI. Por otra parte, si no se toman medidas consistentes y completas, y si no se atacan las causas institucionales de los desórdenes fiscales y monetarios (rol de PDVSA, financiamiento monetario por parte del BCV) y especialmente, si se insiste en el subsidio cambiario vía los otros mecanismos, a la vuelta de unos meses tendríamos la misma situación. O mucho peor
Como se ha visto, estas medidas generan cierto avance en el campo interno, en el de los bolívares. El problema que tenemos - el mega problema - sigue siendo la balanza de pagos. En eso, ni el SIMADI, ni el aumento de la gasolina, ni la reforma fiscal, pueden ayudarnos.
@jhernandezucv
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